UNA
CARTA A MI ABBA PADRE
Por Rosanna Ramírez de Rosario
“…por el cual clamamos: ¡Abba,
Padre!” (Romanos 8:15)
El año pasado estuve reunida con un grupo de chicas jóvenes, las cuales,
por una u otra causa no vivían con sus padres y a modo de introducción tratamos
el tema de la importancia del padre biológico en el hogar. Les pedí que
escribieran una carta expresando el sentir de su corazón hacia ellos; plasmaron
cuánto lo necesitaban, cómo querían que correspondieran a su afecto y cuidado
hacia ellas. Mientras las escuchaba leer sus cartas, trataba de esconder mis
lágrimas con una sonrisa, pero las animaba a continuar leyendo.
Algunas de ustedes podrían tener una mala visión de su padre biológico y
que esto las desenfoque y haciéndoles creer que no existe un amor real y
genuino.
El concepto de Padre, es uno de los
secretos más preciosos de la
Biblia. Abba , significa Padre y es una palabra en arameo
mencionada solamente tres veces en el NT. Era el nombre cariñoso que usaban los
niños al referirse a sus padres, de modo que es una expresión informal,
respetuosa y dulce como: Papi, Papito, Pa’.
Recientemente he vivido el fallecimiento de mi padre, y he sentido
literalmente la necesidad de un padre, por eso quiero traerles algunos
principios compartidos en ese entonces sobre las virtudes que nos ofrecen
nuestros padres, las cuales pueden ser encontradas de una manera perfecta en
nuestro Padre celestial.
1. Confianza para llamarle Padre
“Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez
en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual
clamamos: ¡Abba, Padre!” (Ro. 8:15)
Los esclavos no pueden referirse a sus amos como padres, sino sólo
desarrollan un espíritu de temor ante esa autoridad que les puede hacer daño.
Sin embargo, todo es diferente cuando somos adoptados por Dios a través de
Jesús y nos permite exclamar confiadamente: ¡Padre mío! ¡Papito!
2. Seguridad de una herencia en los
cielos
“Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de
su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y
si hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.” (Gálatas 4:6)
En caso de que estemos preocupadas por los efímeros beneficios
terrenales que pudiésemos desear o disfrutar, Pablo explica un poco más, y nos
dice que por ser adoptadas por El, somos Sus hijas y por ende tenemos herencia
en los cielos.
3. Fe en el poder del Padre sobre
nuestras vidas
Jesús utilizó esta palabra al orar a Jehová en Getsemaní poco antes de
Su muerte.
“Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de
mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú.” (Marcos 14:36)
Aquí se ve claramente un ferviente ruego dirigido por un hijo a su
padre; en estos momentos de pruebas y dificultades, regularmente solemos
recurrir primeramente a nuestros padres e informarles de nuestro estado. Pero
Jesús decidió aferrarse a Su Padre Celestial y lo expresa de la siguiente
manera:
1. Reconociendo Su poderío (todas las cosas son
posibles para Ti)
2. Manifestando Su sentir (aparta de mí esta copa)
3. Rindiéndose a Su voluntad (mas no lo que yo quiero,
sino lo que Tú)
Dios nos permite dirigirnos hacia Su trono con toda confianza, por medio
de Jesús nos da el derecho de referirnos a Él como Padre, además de herederas
con Cristo. También escucha nuestras súplicas y tiene poder para respondernos.
Sabiendo estas verdades, hoy clamamos: ¡Abba Padre!
“Aunque mi padre y mi madre me
dejaran, con todo, Jehová me recogerá.” (Salmo 27:10)