“Amarás a tu prójimo como a ti mismo.” Mateo 22:39
Jesús
respondió a la pregunta del abogado judío “¿Y quién es mi prójimo?” con la
parábola del buen samaritano (Lc. 10:30-37). En esa conocida historia, a un
judío se lo golpea y se lo deja por muerto en el camino. Un samaritano
compasivo salva al hombre, aunque por lo regular los samaritanos y los judíos
se odiaban.
La moraleja de la historia es que el prójimo es
cualquiera que se cruza en nuestro camino con una necesidad. ¿Habría
reaccionado usted como reaccionó el samaritano si se hubiera encontrado al
hombre herido a la orilla del camino? Espero que usted no hubiera pasado de
largo, como hicieron el sacerdote y el levita de la historia.
La lección
de la parábola no es que usted se detenga y ayude a alguien a quien se le haya
desinflado un neumático, o que tenga que darles dinero a todos los mendigos que
se encuentre. Pero Dios quiere que sea sensible ante semejantes situaciones y
esté dispuesto a ayudar si piensa que su ayuda es la única que la persona pueda
recibir. En otras palabras, siga la regla de oro: “Así que, todas las cosas que
queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con
ellos” (Mt. 7:12).
JOHN MACARTHUR
- (Devocional "LA VERDAD PARA HOY”)