"...perdonaos... de la manera que cristo os
perdonó..." Colos 3:13
Una señora escribió:
"Encontré a mi marido con otra mujer. Aunque me rogó que lo perdonara, yo
quería vengarme, así que le pedí el divorcio, a pesar de que mis hijos me
rogaron que no lo hiciese. Dos años después, mi marido todavía seguía
intentando recuperarme, pero yo no quería nada con él. Me había herido y quería
vengarme. Por fin se rindió, se casó con una viuda joven con dos niños y rehízo
su vida sin mí. Ahora son todos felices y yo una mujer desgraciada y solitaria
que permitió que la amargura le arruinara la vida". Ahora bien, no hay
duda de que la infidelidad está mal, pero si no hay perdón, ¿qué queda? Hay un
momento en el que la ira deja de ser un sentimiento normal y se convierte en
una fuerza controladora. Igual que con las drogas, cada vez necesitas dosis más
grandes. Una vez que estás así, te distancias más y más del perdón, porque sin
la ira y el resentimiento no te quedan energías.
Eso es el motor de los
grupos xenófobos y extremistas. Sin la amargura, no tienen razón de existir. Si
les quitas la intolerancia a los racistas, la venganza a los fanáticos y el
machismo a los sexistas, ¿qué les queda? "...Perdonaos unos a otros, si
alguno tiene queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también
hacedlo vosotros" (Colosenses 3:13). La amargura es mortífera, puesto que
mata el alma. Entonces, ¿cómo puedes dejar de amargarte cuando te han herido?
a) Mírale a la cara a quien te haya herido y ve, en su lugar, la
cara de Aquél que tuvo misericordia contigo cuando nadie más te habría dado
otra oportunidad.
b) Date cuenta de que antes de que acabe el día, la semana, el mes o el
año, tú mismo también necesitarás que otra persona tenga misericordia de ti.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")