"Los entendidos
resplandecerán como el resplandor del firmamento; y los que enseñan la justicia
a la multitud, como las estrellas a perpetua eternidad." Daniel 12:3
Aquí hay algo que debe despertarme. Vale la pena vivir para esto. Ser
entendido es algo noble en sí mismo: en este lugar se refiere a un
entendimiento divino que únicamente el propio Señor puede otorgar. ¡Oh,
conocerme a mí mismo, y a mi Dios y a mi Salvador! ¡Que sea enseñado
divinamente de tal manera, que pueda llevar a la práctica la verdad celestial y
vivir a la luz de ella! ¿Vivo una vida sabia? ¿Estoy buscando lo que debo
buscar? ¿Vivo como habría deseado vivir a la hora de mi muerte? Únicamente una
sabiduría tal puede garantizarme un resplandor eterno como aquellos cielos
iluminados por el sol.
Ser un ganador de almas es un glorioso logro. Tengo necesidad de ser
sabio si he llevar a alguien a la justicia; mucho más todavía si he de llevar a
muchos. ¡Oh, he de tener el conocimiento de Dios, de los hombres, de la Palabra y de Cristo, que
me habilitará para convertir a mis semejantes, y convertir a un gran número de
ellos! Quiero entregarme a esto, y no descansar nunca hasta haberlo logrado.
Esto será mejor que ganar estrellas en la corte. Esto me convertirá en una
estrella, en una estrella resplandeciente, en una estrella que resplandece por
siempre y para siempre; sí, más que eso, me hará resplandecer como muchas
estrellas. ¡Alma mía, despiértate¡ ¡Señor, vivifícame!
CHARLES SPURGEON -
(Devocional "MEDITACIÓN DE HOY")