"...El de espíritu humilde obtendrá honores" (Proverbios
29:23 NBLH)
La primera mentira de
Satanás a Adán y Eva fue un llamado directo al ego que todos llevamos dentro:
"...Seréis como Dios..." (Génesis 3:5). La astuta y vieja serpiente
descorrió la cortina al salón del trono del cielo, mostró a nuestros primeros
padres un destello de poder y gloria y ellos quedaron prendados. ¡Y desde
entonces seguimos prendados! Si has estado alguna vez en compañía de gente que
trata de escalar socialmente o que menciona todos los contactos que tiene, te
habrás dado cuenta de que la naturaleza humana no ha cambiado mucho. Sigue
existiendo el "a ver quién puede más". Y puesto que ciertas formas te
llevan adonde tu dinero no puede, es hasta posible asistir a clases de
"protocolo en la mesa del poder", y aprender cosas como no entregarle
nunca tu plato al camarero y jamás agacharse para recoger un cubierto que se te
haya caído. De hecho, una regla crucial para asegurarte tu lugar en el
escalafón social es no agacharte por nada. Ni
siquiera para satisfacer las necesidades de alguien, reconocer tus errores o
dar a quienes no te lo puedan devolver.
La búsqueda de poder te
lleva a creer que eres mejor que los demás y te impide servirlos; hace que seas
susceptible a los cumplidos, que resistas los consejos sinceros y que acabes
aislado y sin rendirle cuentas a nadie. Esa actitud se manifiesta a diario en
detalles como no elogiar a quienes están por debajo de ti para que "no se
olviden de cuál es su lugar", renunciar a ser amable y educado con tu
compañero a fin de no perder tu arma más poderosa, el control, y anteponer la
ambición personal a la dignidad y mantenerte distante para castigar y manipular
a alguien. Estas estrategias de poder están pensadas para que consigas lo que
quieres a expensas de otros. Pero la
Biblia advierte: "El orgullo del hombre lo humillará,
pero el del espíritu humilde obtendrá honores" (Proverbios 29:23 NBLH).
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")