EL CORAZÓN DE UN ORGULLOSO
Por Lourdes Villarroel
En libro “El corazón de un artista” encontré un testimonio que me
impactó mucho sobre la vida de Rita; una muchacha que canta profesionalmente y
tiene una hermosa voz, siempre fue contratada por canales de televisión y
radios para grabar espacios publicitarios.
Un día, Rita decidió que quería
desarrollar su talento ingresando al coro de su iglesia. Cuando el
director se enteró se emocionó muchísimo por tenerla en sus filas, tener a
alguien de tan alto calibre cantando en su iglesia era realmente un triunfo
personal.
Muchos de los vocalistas la recibieron con alegría, pero otros se
sintieron amenazados por tan melodiosa voz, pues varios de ellos sentían que ya
no tendrían muchas oportunidades de cantar; sin embargo, le dieron la bienvenida.
Pasó el tiempo y Rita se dio cuenta que ella tenía la mejor voz, comparada
con los demás, y pronto llegó a ser la
solista más destacada de la iglesia. Lamentablemente, también comenzó a
oscurecerse, pues cada vez que ella
cantaba la gente se daba cuenta que era muy arrogante y orgullosa, pues no
lo hacía para Dios si no que lo hacía para brillar ella misma.
El pastor de la iglesia habló con ella varias veces acerca de servir en
otras áreas más pequeñas, pero ella nunca quiso participar pues para ella era
algo insignificante, inclusive cuando
veía poca gente no cantaba y se retiraba sin dar explicaciones.
Un día, su líder le habló de la importancia de servir a los demás. Rita
se sintió ofendida, pues no entendía por qué su líder se lo decía concretamente
a ella. Se sintió herida y pensaba que no era bien valorada en su iglesia, así
que se fue y nunca regresó.
La palabra orgullo significa altivez,
soberbia, vanidad, autosuficiencia, arrogancia, la persona orgullosa no
reconoce su dependencia de Dios, es altivo y esta altivez lo lleva a
exaltarse a sí mismo y a apartarse completamente de Dios.
Todos, de alguna manera, hemos pasado por la situación de Rita, pues
cuando alguien nos dice: ¡qué bien que has hecho tu trabajo!, ¡qué buen
estudiante es tu hijo!, etc., nuestro ego sube y algunos piensan que son la
última maravilla de este mundo y su corazón empieza a enorgullecerse y
comienzan a alabarse a sí mismos y no le
dan la gloria a Dios por los triunfos que tienen.
Rita no comprendió que el maravilloso talento que ella tenía se lo había
dado Dios, y también Él se lo podía quitar, como sucedió con el rey Saúl quien
perdió el trono por permitir que su orgullo creciera. A Dios no le agradó su
actitud y lo sustituyó con el rey David.
A Dios no le agradan los soberbios
sino personas como el rey David, pues él era un varón conforme al corazón de
Dios.
Si tú tienes un talento innato que tal vez otros no lo tengan, no
permitas que el orgullo y la vanagloria se apoderen de ti. Primero dale gracias
a Dios por aquello que solamente tú puedes hacer, no menosprecies a aquellos
que se esfuerzan por hacer las cosas mejor y tratar de llegar a tu nivel, al
contrario ayúdalos a desarrollar sus
propios talentos y dones.
“Tras el orgullo viene el fracaso; tras
la altanería, la caída.Más vale humillarse con los pobres que hacerse rico con
los orgullosos”. Proverbios 16:18-19 (DHH).
(Este artículo fue producido por
Radio Cristiana CVCLAVOZ.)