"...Si pudiéramos dominar la lengua, seríamos... capaces
de controlarnos en todo sentido" (Santiago
3:2 NTV)
¿Sabías que somos como
los gatos? Nos lamemos con nuestra propia lengua. Cuando alguien difunde
rumores, ten cuidado con esa persona. ¿Por qué? Porque si te habla a ti de
otro, también hablará a otros de ti. La Biblia nos advierte de tres cosas:
1) Una lengua suelta. "¿Te has fijado en los que
hablan sin pensar? ¡Más se puede esperar de un necio que de gente así!"
(Proverbios 29:20 CST). Si te tomaras el tiempo de examinar los hechos antes de
hablar, muchas veces dirías algo diferente. Ana oró con tanta pasión por un
hijo que Elí, el sumo sacerdote, pensó que estaba borracha. Cuando los
discípulos vieron a Jesús caminar hacia ellos en el Mar de Galilea, pensaron
que era un fantasma. Así que piensa, o incluso mejor, ora antes de precipitarte
en sacar conclusiones.
2) Una lengua aduladora. "...No hay en su boca
rectitud... Con su lengua lisonjearán" (Salmos 5:9 CST). Di lo que piensas
de verdad y sé consecuente con lo que dices. Sé genuino. Cuando adulas a
alguien, lo manipulas para tus propios fines. No lo hagas. Háblale con
sinceridad si lo quieres bien.
3) Una lengua criticona. Jesús dijo: "No juzguéis, para
que no seáis juzgados, porque con el juicio con que juzgáis seréis juzgados, y
con la medida con que medís se os medirá" (Mateo 7:1-2). A lo largo de la
vida tú también serás culpable de muchas cosas que criticas tan a la ligera
cuando las hacen otros. Y recuerda que del modo que trates a los demás, te
tratará Dios a ti.
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")