“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad
asentada sobre un monte no se puede esconder.” Mateo 5:14
El apóstol
Pablo observó al mundo pagano y llegó a la conclusión de que su manera egoísta
e inútil de pensar lleva al entendimiento entenebrecido y a un corazón
endurecido. Eso, a su vez, lleva a la insensibilidad al pecado y a la conducta
sin pudor, que entonces lleva a la obscenidad desvergonzada. Y no es en
realidad muy diferente en la actualidad.
Los
creyentes ni siquiera hemos de tener el mínimo interés en alguna de las
malvadas características de los incrédulos. Debemos ser una luz sobre un monte, separados del mal que nos rodea.
Debemos ser diferentes. No puede esconderse una ciudad sobre un monte.
Debemos levantarnos como sal y luz. Pero si somos corrompidos por el sistema,
nos volvemos inservibles.
Nuestro
bendito Señor Jesucristo nos compró a costa de su propia vida. Nos dio una
nueva naturaleza que es santa, sin mancha y santificada para siempre. Solo nos
pide que vivamos conforme a lo que nos ha dado abandonando nuestra vieja manera
de vivir y adoptando la nueva.
JOHN MACARTHUR
- (Devocional "LA VERDAD PARA HOY”)