"Echa
tu pan sobre las aguas; porque después de muchos días lo hallarás." Eclesiastés 11:1
No debemos esperar ver una inmediata recompensa por
todo el bien que hagamos; ni tampoco debemos confinar nuestros esfuerzos a
lugares y personas que parezcan tener la probabilidad de producir una
recompensa para nuestras labores. El egipcio arroja su semilla en las aguas de
Nilo, acto que parecería ser un puro desperdicio del grano. Pero a su debido
tiempo la crecida del río desciende y el arroz y los otros granos se hunden en
el lodo fértil, y rápidamente la cosecha es producida. Hemos de hacer hoy el
bien a los malagradecidos y a los impíos. Hemos de enseñar a los indiferentes y
a los obstinados. Aguas improbables podrían cubrir un terreno esperanzador. En
ninguna parte nuestra labor en el Señor será en vano.
Nuestra labor es arrojar nuestro pan en las aguas;
corresponde a Dios cumplir la promesa: "Lo hallarás." Él no permitirá
que Su promesa falle. Su buena palabra que hemos hablado vivirá, será encontrada,
y será encontrada por nosotros. Tal vez no suceda todavía, pero algún día
segaremos lo que hemos sembrado. Hemos de ejercitar nuestra paciencia; pues
quizá el Señor la ejerza. "Después de muchos días", dice la Escritura , y en muchos
casos esos días se convierten en meses y años, y, sin embargo, la palabra sigue
siendo verdadera. La promesa de Dios se cumplirá; debemos preocuparnos por
guardar el precepto, y guardarlo en este día.
CHARLES SPURGEON -
(Devocional "MEDITACIÓN DE HOY")


