COMO LAS ESPIGAS
Por Ana María Frege Issa
Cuenta A. Almudévar, que un joven fue enviado al campo para ver si ya
estaba a punto para ser segado, el muchacho volvió a su padre y le dijo:
- Me parece que la cosecha será muy pobre, padre mío.
- ¿Por qué? preguntó éste.
- Porque he notado que la mayor parte de las espigas están dobladas
hacia abajo, como desmayadas,
seguramente no valen nada.
- ¡Qué ignorante eres mi pequeño hijo! –le dijo su padre– has de saber
que las espigas que viste dobladas, lo están
por el peso del grano, en tanto que las que están levantadas, rectas
hacia el cielo, pueden hacerlo porque están medio vacías.
Así, en la vida de los hombres, cuando alguno levanta la frente
orgullosamente, es porque su insensatez lo guía. El hombre sabio, mientras más
conoce, más siente la humillación de lo que le falta saber.
El hombre verdaderamente noble de corazón, no puede enorgullecerse de ello, porque conoce cuánto más humilde
debería ser.
Una persona verdaderamente sabia
entiende lo pequeño que es su conocimiento y lo mucho que aún desconoce; es por eso que sabe guardar silencio
y no anda presumiendo, puede actuar sin hacer alardes y entiende la importancia
y el valor de respetar a los demás.
Existe mucha gente que por haber obtenido un certificado, tener una
empresa prestigiosa, lograr el puesto deseado, creen saberlo todo, miran a los
demás desde arriba, olvidando que la verdadera grandeza de las personas radica
en la humildad.
Dios nos manda a esforzarnos y ser valientes y, sin duda alguna, Él bendice
la mano diligente, pero existen personas que creen que todo se lo deben a ellos
mismos, a su esfuerzo, a su inteligencia, a su habilidad en los negocios, etc.
olvidando que todo lo que somos y lo que tenemos se lo debemos a Él.
Tristemente, no son pocas las personas que en tiempo de necesidad buscan
a Dios, asisten a sus iglesias, leen la Biblia e
inclusive ingresan a estudiar en algún seminario, pero cuando empiezan a
alcanzar sus metas y se sienten exitosos, automáticamente se alejan de Dios y
comienzan a enaltecerse. Pero lo cierto
es que Dios nunca respaldará un corazón orgulloso.
“Aunque el Señor es grande, se ocupa
de los humildes, pero se mantiene distante de los orgullosos” Salmos 138:6
(NTV)
No importa lo mucho o poco que hayamos logrado en nuestra vida, lo
importante es saber reconocer que Dios es el autor de todas las bendiciones,
los éxitos y metas alcanzadas y mantenernos humildes, sabiendo que Él honra la
sencillez de corazón.
(Este artículo fue producido por
Radio Cristiana CVCLAVOZ)


