VIDA PLENA - COMISIONANDO AL PUEBLO
DE DIOS
Por Faustino de Jesús Zamora Vargas
“Predica la palabra. Insiste a
tiempo y fuera de tiempo. Amonesta, reprende, exhorta con mucha (toda) paciencia e instrucción.” 2 Timoteo 4:2
“No tiemblen ni teman; ¿No se lo he
hecho oír y lo he anunciado desde hace tiempo? Ustedes son Mis testigos. ¿Hay
otro dios fuera de Mí, O hay otra Roca? No conozco ninguna." Isaías 44:8
Algunos teólogos modernos han entendido que el pasaje de 2 Timoteo 4:2-5 puede considerarse como
la Comisión
del apóstol Pablo para los cristianos de hoy y de los siglos venideros. Yo lo
creo también. Abra su biblia y compruébelo. Es un solemne encargo de Pablo no
sólo para los líderes de las iglesias del Dios viviente, sino para todos los
que, sometidos a la autoridad de Cristo como Salvador y Señor, entienden que
todo lo que hace la iglesia y sus miembros tienen una perspectiva misional.
Predica la palabra. Insiste a tiempo y fuera de tiempo…
El apóstol no sólo nos encarga a predicar la palabra, sino que lo
hagamos a tiempo y fuera de tiempo. Hermosa enseñanza. ¡Ya no hay que esperar a que los líderes programen una campaña
evangelística para salir a predicar! El tiempo del Señor es ahora. La gente
está pasando cada vez más tiempo en actividades religiosas y gastando más
dinero en productos y servicios religiosos que en cumplir la misión de Dios. La
palabra perseverar no pasa la prueba de ser llevada de la mente al corazón.
Pablo dice insiste (persevera, persiste, obsesiónate, no desmayes en predicar
la apalabra). Y añade: corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar
de enseñar. ¿Corregimos a los miembros del cuerpo de Cristo cuando se
desordenan? ¿Reprendemos cuando es necesario hacerlo para que la salud de la
iglesia permanezca? ¿Animamos al hermano que tomó decisiones basadas en sus
emociones y no en el Espíritu y menospreció la gracia del Señor?
Las razones del encargo de Pablo al joven Timoteo (y a nosotros hoy) son
pasmosamente actuales: “Porque vendrá tiempo cuando no soportarán la sana
doctrina, sino que teniendo comezón de oídos, conforme a sus propios deseos,
acumularán para sí maestros, y apartarán sus oídos de la verdad, y se volverán
a los mitos (a las fábulas)” (2 Timoteo 4.3-4). Varios nombres me vienen a la
mente de hombres que comenzaron a trabajar ungidos de un hermoso llamado del
Señor de la gloria, y hoy son solamente trapo y lentejuela, barniz de una fe
leguleya prometedora de un paraíso aquí en la tierra, milagreros de la
mitología popular que se sirven de la inocencia de los fieles para acumular
riquezas y prestigio delante de los hombres en el nombre de Dios.
Pero el Señor nos dejó su mensaje de
bendición, un encargo difícil, una comisión para el hombre y la mujer
cristianos que anhelan glorificar a Dios en su vida. “Tú, por el contrario, sé prudente
en todas las circunstancias, soporta los sufrimientos, dedícate a la
evangelización; cumple con los deberes de tu ministerio” (2 Timoteo 4.5). Todos tenemos dones dados por el Espíritu, por lo
tanto todos podemos ejercer por lo menos un ministerio. Habrá sufrimientos,
pero tendremos que soportarlos (ya sabemos que la vida cristiana es un camino
angosto) y el más urgente: dedicarse a la evangelización, lo cual no se limita
sólo a proclamar en palabras el evangelio de Jesucristo como único mediador de
la gracia de la salvación, sino también en acción.
Mi oración es que esta Comisión de Pablo (que es en primer lugar del
Señor) sea una realidad en tu iglesia y en cada siervo y sierva que decida
cumplirla. ¡Dios te bendiga!