“No teniendo mi propia justicia, que es por la
ley, sino la que es por la fe de Cristo.” Filipenses 3:9
Conocer a
Jesucristo es tener su justicia, su santidad y su virtud imputadas a nosotros,
lo que nos hace justos delante de Dios.
En los
primeros años de su vida, el apóstol Pablo trató de alcanzar la salvación por
el apego estricto a la ley. Pero cuando fue confrontado por la admirable
realidad de Cristo, estuvo dispuesto a cambiar toda su justicia propia y
moralidad externa, buenas obras y ceremoniales religiosos por la justicia
concedida a él mediante la fe en Cristo.
Pablo estuvo dispuesto a perder la débil y descolorida vestidura de su
reputación si podía ganar el espléndido e incorruptible manto de la
justicia de Cristo.
Ese es el
mayor de todos los beneficios porque garantiza nuestra posición delante de
Dios. Es el don de Dios para el pecador el apropiarse por fe de la obra
perfecta de Cristo, que satisface la justicia de Dios.
JOHN MACARTHUR - (Devocional "LA VERDAD PARA HOY”)


