"Cuando siento miedo, pongo en ti mi confianza"
(Salmo 56:3 NVI)
¿Te obliga el miedo a
esconderte de alguien hoy en día? ¿De tu jefe? ¿De tu marido o de tu mujer? ¿De
tu hijo obstinado? ¿De tu compañero malhumorado? Cuando Dios le preguntó a Adán
'¿Dónde estás?', él respondió: "Tuve miedo. Me escondí" (Génesis
3:9-10). Y desde entonces, todos nos hemos estado escondiendo. Nos ocultamos
detrás de sonrisas forzadas, de palabras bonitas pero no sinceras y de rituales
sociales que detestamos. O peor, nos escondemos detrás de cosas que creemos
pero que no expresamos porque tenemos miedo de lo que la gente pueda pensar o
decir. Tratamos de evitar el dolor de enfrentarnos a alguien y la energía
emocional que hay que invertir en arreglar las cosas después.
A corto plazo puede que sea más fácil actuar como si nada te
molestara o fingir estar de acuerdo cuando en realidad no lo estás. Sin embargo, a largo
plazo no funciona, porque la paz no es la ausencia de discordia. Cuando nos
quedamos callados con el fin de evitar un enfrentamiento, acabamos sacrificando
algo mucho más importante: las relaciones personales. Por ejemplo, cuando no
hablamos claro en el trabajo porque tememos molestar a alguien, acabamos
amargados y aislados de nuestros compañeros, y quizá hasta perdiendo la
oportunidad de mejorar las cosas. Cuando tememos confrontar a nuestro cónyuge
(y debería hacerse siempre en amor, no con ira), acabamos distanciándonos
emocionalmente. Cuando no compartimos nuestra fe por miedo al ridículo,
perdemos la oportunidad de llevar esperanza a alguien que la necesite.
Así que, ponte en pie y
di: "Cuando siento miedo, pongo en Ti mi confianza" (Salmo 56:3 NVI).
Afronta tus miedos, sal de tu escondite y comienza a vivir.
"Por amor de Sión no callaré y por amor de Jerusalén no
descansaré... hasta que restablezca a Jerusalén y la ponga por alabanza en la Tierra.. ." (Isaías
62:1-7)
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA
HOY")