miércoles, 2 de abril de 2014

La parábola del hijo pródigo (3) 2 abril




"Estaba perdido y ha sido encontrado" (Lucas 15:32 NVI)


El hijo pródigo no supo quién era su padre ni lo que éste sentía por él hasta que se fue de casa. Mirando al pasado, pensó: 'He dejado lo mejor que nunca tuve'. Después de haber acabado en una pocilga "volvió en sí" (Lucas 15:17). Mirando a su alrededor, pensó: 'Yo no debería vivir así'. En ese momento su vida dio un vuelco. Al volver a casa, su padre organizó una gran fiesta. Cuando el hijo pródigo se dio cuenta de quién era su padre, descubrió también quién era él, y entonces tuvo algo que celebrar. Hasta que no descubras quién es Dios y quién eres tú, no hay nada que celebrar. Seguirás tratando de comprar amor, gustarle a todos, intentar ganarte su amistad, hacer contactos, encontrarte con la gente adecuada en el momento adecuado para llegar al destino adecuado, etc.

Pero una vez que sabes Quién es tu Padre y quién eres tú, tienes que volver a casa y tomar el lugar que te corresponde en la mesa. No más soledad. No más culpabilidad. No más carencias. Escucha las palabras del Padre: "Teníamos que hacer fiesta y alegrarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado" (Lucas15:32 NVI). Cuando se fue de casa, el hijo pródigo dijo: "Dame lo que me toca de la herencia." (v. 12 NVI). Pero luego comprendió que puedes poseer "todo" lo que hay en el mundo y aun así no tener nada si no es con la seguridad del amor del Padre. ¿Captas la idea?


"Por amor de Sión no callaré y por amor de Jerusalén no descansaré... hasta que restablezca a Jerusalén y la ponga por alabanza en la Tierra..." (Isaías 62:1-7)


BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA PARA HOY")






TRADUCCIÓN