La lección más
significativa que Pablo aprendió en su angustia fue que tenía que volverse al
Señor y a Sus promesas de Pacto. Él sabía que ya no podía confiar más en su
propia carne, habilidades o esfuerzos. Él escribe: “Pero tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no
confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos” (2
Corintios 1:9).
La prueba de Pablo lo
había llevado al final de sus fuerzas. Él sabía que ya no quedaban fuerzas para
pelear contra los poderes de las tinieblas, así que sentenció su propia carne a
la muerte. Y Dios lo libertó de manera maravillosa: “el cual nos libró, y nos
libra, y en quien esperamos que aún nos librará, de tan gran muerte” (versículo
10).
¿Cómo fue Pablo
librado? Esto implicaba varias cosas: Primero, él fue un poderoso hombre de
oración. Y segundo, él tenía gran confianza en el Señor. Pablo sabía que Dios
mantendría sus promesas de Pacto. Él pudo decir: “Tal como el Señor me libró en
el pasado, Él está obrando librándome de esta prueba presente. Desde ahora y
hasta el día de mi muerte, viviré bajo su poder libertador”.
Como Pablo, nosotros también pasamos por tiempos de pruebas,
para que muramos a toda confianza en nuestra habilidad humana. El Señor permite que
seamos aplastados, que seamos hechos impotentes y débiles, en un esfuerzo por
convencernos de que no podemos vencer al enemigo por ningún esfuerzo carnal.
Al comparar nuestras
vidas con la de Pablo, podemos ser tentados a pensar: “Nunca podré experimentar
la clase de liberación que este hombre disfrutó. Él fue bien educado en las
Escrituras y recibió grandes revelaciones del Señor acerca de Jesús, del
Evangelio y del Nuevo Pacto”.
“Y Pablo ministraba con
poder y demostración del Espíritu Santo. Sin ayuda, estremeció ciudades y
naciones. El diablo no lo podía matar, aun después de ser apedreado, atacado, y
pasar por tres naufragios. Dios hasta lo usó para levantar a los muertos. Este
hombre era uno de los siervos más ungidos de Dios en toda la historia. Él lo
tenía todo espiritualmente”.
Según Pablo, no era
así. El apóstol nos dice que había otro factor importante en su liberación: La
poderosa intercesión de los ayudantes en oración. “Cooperando también vosotros
a favor nuestro con la oración” (versículo 11). Pablo estaba diciendo: “Estoy
confiado que Dios me libertará. Y ustedes están ayudando a que esto suceda, al
orar”.
DAVID WILKERSON
- (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)