Dios todavía nos está
hablando claramente hoy. Su voz celestial todavía está sonando poderosamente a
través de toda la tierra, y esa voz viene de un hombre: Jesús, quien está
sentado a la diestra del Padre. Considera estas palabras de Hebreos:
“Porque no os habéis
acercado al monte que se podía palpar, y que ardía en fuego, a la oscuridad, a
las tinieblas y a la tempestad, al sonido de la trompeta, y a la voz que
hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más, porque no
podían soportar lo que se ordenaba: Si aun una bestia tocare el monte, será
apedreada, o pasada con dardo; y tan terrible era lo que se veía, que Moisés
dijo: Estoy espantado y temblando;
“Sino que os habéis
acercado al monte de Sion, a la ciudad del Dios vivo, Jerusalén la celestial, a
la compañía de muchos millares de ángeles, a la congregación de los
primogénitos que están inscritos en los cielos, a Dios el Juez de todos, a los
espíritus de los justos hechos perfectos, a Jesús el Mediador del nuevo pacto,
y a la sangre rociada que habla mejor que la de Abel.
“Mirad que no desechéis
al que habla. Porque si no escaparon aquellos que desecharon al que los
amonestaba en la tierra, mucho menos nosotros, si desecháremos al que amonesta
desde los cielos. La voz del cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha
prometido, diciendo: Aún una vez, y
conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo. Y esta frase: Aún
una vez, indica la remoción de las cosas movibles, como cosas hechas, para que
queden las inconmovibles.” (Hebreos 12:18-28).
¿Entiendes lo que dice
este pasaje? Cuando Dios habló por primera vez, el pueblo respondió: “No nos
hables desde el cielo nunca más. Háblanos a través de un hombre.” Y Moisés
profetizó: “Tal cual ustedes ha pedido, Dios va a levantar un profeta. Él será
completamente humano y les hablará las palabras de Dios.”
Jesús fue ese profeta prometido. Fue la encarnación de Dios,
el Señor en cuerpo humano. Él tuvo un ministerio en la tierra como hombre y una multitud
de testigos lo vieron ascender al cielo también como hombre. Ahora Él tiene un
cuerpo espiritual, el cual es su iglesia. Pero Jesús todavía es un hombre de
carne y hueso, aún sensible a los sentimientos humanos que todos
experimentamos.
Hoy, en estos últimos
días, Dios está hablando una vez más desde el cielo y nos está diciendo que va
a sacudir todo lo que vemos.
DAVID WILKERSON -
(DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)