UN LLANTO POR LIBERACIÓN
¡Sálvame completamente del pecado! Sé que soy justo por la justicia de
otro, pero suspiro y languidezco por parecerme a ti.
Soy tu hijo y debo tener tu imagen, ayúdame a reconocer mi muerte al pecado; cuando me tiente, hazme sordo a su voz. Líbrame de la invasión, así como del dominio del pecado.
Soy tu hijo y debo tener tu imagen, ayúdame a reconocer mi muerte al pecado; cuando me tiente, hazme sordo a su voz. Líbrame de la invasión, así como del dominio del pecado.
Concédeme el caminar como Cristo
caminó, el vivir en la nueva vida, la vida de amor, la vida de fe, la vida de
santidad.
Aborrezco mi cuerpo de muerte, su pereza, envidia, maldad y orgullo. Perdona, y mata estos vicios, ten misericordia de mi incredulidad, de mi corazón corrupto y errante. Cuando llegan tus bendiciones, empiezo a idolatrarlas, pongo mi afecto en algún objeto amado -hijos, amigos, riqueza, honor- ¡Límpiame de este adulterio espiritual y dame castidad; cierra mi corazón a cualquier cosa, menos a ti!
Aborrezco mi cuerpo de muerte, su pereza, envidia, maldad y orgullo. Perdona, y mata estos vicios, ten misericordia de mi incredulidad, de mi corazón corrupto y errante. Cuando llegan tus bendiciones, empiezo a idolatrarlas, pongo mi afecto en algún objeto amado -hijos, amigos, riqueza, honor- ¡Límpiame de este adulterio espiritual y dame castidad; cierra mi corazón a cualquier cosa, menos a ti!
El pecado es mi mayor maldición; que
tu victoria sea evidente para mi conciencia, y se muestre en mi vida.
Ayúdame a ser siempre fiel, confiado, obediente, sumiso, a confiar en ti como un niño: para amarte con mi alma, cuerpo, mente, y fuerzas, para amar a mi prójimo como a mí mismo, para ser salvo de mi carácter no regenerado, de malos pensamientos, palabras calumniosas, maldades, modales poco amables, para dominar mi lengua y guardar la puerta de mis labios.
Lléname de tu gracia diariamente, y que mi vida sea una fuente de agua dulce.
Ayúdame a ser siempre fiel, confiado, obediente, sumiso, a confiar en ti como un niño: para amarte con mi alma, cuerpo, mente, y fuerzas, para amar a mi prójimo como a mí mismo, para ser salvo de mi carácter no regenerado, de malos pensamientos, palabras calumniosas, maldades, modales poco amables, para dominar mi lengua y guardar la puerta de mis labios.
Lléname de tu gracia diariamente, y que mi vida sea una fuente de agua dulce.
(Por Arthur Bennett - editor del
libro “El Valle de la Visión :
Una Colección de Oraciones Puritanas”