TODO TIENE UN PROPÓSITO
Por Héctor Colque
“Sabemos que Dios dispone todas las
cosas para el bien de quienes lo aman, a los cuales él ha llamado de acuerdo
con su propósito.” Romanos 8:28 (Versión DHH)
Un mañana Carlos se despertó muy temprano y, como siempre lo hacía, oró
a Dios una plegaria que decía: “Señor úsame para tus propósitos, quiero ser
instrumento tuyo y ayúdame a sanar mi corazón de la enfermedad que tengo”. Él
sufría de insuficiencia cardíaca severa.
Después de prepararse y
desayunar, salió de su casa rumbo al trabajo en su vehículo, pero en el camino
un muchacho imprudente salió a toda prisa por otra calle impactando contra el
auto de Carlos, ambos salieron ilesos pero los autos quedar destrozados. Tras
una discusión callejera y la muchedumbre que se amontonaba, llegó la policía
para tratar de arreglar la situación pero por la gravedad del asunto los dos
fueron llevados a la comisaría para prestar declaraciones.
Ninguno aceptaba su culpa y decidieron llevar el caso ante un juzgado.
Una vez allí el muchacho reunió suficiente evidencia como para terminar
culpando a Carlos de lo sucedido y el juez, terminó fallando en su contra
obligándolo a pagar daños, perjuicios y el arreglo de su auto.
El muchacho cobró una suma de dinero elevada que repartió entre sus
familiares, algunos se fueron de compras, otros hicieron una fiesta invitando a
tus amigos; en resumidas cuentas todos
despilfarraron el dinero, pero entre sus parientes estaba la pequeña Mildred
quien tomo una parte del dinero y se fue por la calle. Al pasar por un
bazar vio un libro grande de bordes dorados y tapas de cuero, encantada por el
hermoso aspecto que tenía decidió comprar ese enorme libro con puras letras y
ningún dibujo. Se trataba de una Biblia de estudio.
La niña comenzó a leer poco a poco y aunque al principio no entendía
nada, con el tiempo fue buscando ayuda y entendió cuál era el plan de Dios para
su vida. Comenzó a orar pidiendo que Él la ayudara a encontrar su voluntad y
como respuesta a su petición encontró una iglesia donde comenzó a conocer más
del sacrificio de Jesús y terminó
entregándole su vida a Él.
Pasó el tiempo y, uno a uno, sus parientes empezaron a asistir a la
iglesia, poco a poco cada uno fue comprendiendo el plan de Dios en sus vidas,
incluyendo el muchacho imprudente que era su hermano mayor. La jovencita se
convirtió en una mujer temerosa de Dios que oraba todas las mañanas diciendo:
“Señor úsame para tus propósitos”.
Después de un tiempo Mildred enfermó, su cuerpo padecía un mal que los
doctores no podían sanar. Todos en su familia comenzaron a orar pidiendo por su
sanidad, pero ella aceptó la situación y cuando alguno de sus parientes o
doctores le hablaba tratando de consolarla, ella respondía muy animada: “Es
decisión de Dios sanarme o no, igual yo lo glorificaría con todo mi ser
cualquiera sea su voluntad.” Su sonrisa terminaba dando más esperanza a la
gente que le rodeaba.
Una mañana ella pensó en alegrarle
la vida a otra persona, si su cuerpo dejaba de vivir no había razón para no
donar alguno de sus órganos a quien lo necesitara. Los parientes de ella se opusieron
en un principio, pero luego decidieron respetar el último deseo de Mildred.
Carlos, quien hace mucho había perdido un juicio por un accidente que no
provocó, recibió una llamada anunciando que habían encontrado un donante de
corazón, de inmediato se fue a la clínica y fue operado con éxito y su cuerpo
aceptó el nuevo órgano satisfactoriamente.
Carlos hoy en día da gracias a Dios por haberlo ayudado, pero en el
cielo hay un coro de ángeles que aplaude de pie la perseverancia de este varón
que no dejó de tener fe más allá de las circunstancias que lo rodeaban,
sabiendo que todas las cosas ayudan a bien a los que aman a Dios.
(Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ)