“Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre,
y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida,
no puede ser mi discípulo.” Lucas 14:26-27
Aparte de
Dios, nadie pudo haber sido más amado para Abraham que su hijo Isaac. Pero esa
era la prueba: “Averiguar si amaba a Isaac más que a Dios”. Si amamos a Dios
sobre todas las cosas, le daremos gracias por lo que está logrando a través de
nuestras pruebas y de nuestros sufrimientos. Pero si nos amamos a nosotros
mismos más de lo que amamos a Dios, pondremos en tela de juicio la sabiduría de
Dios y nos enojaremos y amargaremos. Si
hay algo para nosotros más amado que Dios, entonces Él tiene que quitar eso
para que crezcamos espiritualmente.
En el
versículo de hoy, Jesús no dijo que debemos odiar a todo el mundo. Más bien
quiso decir que si no se ama a Dios hasta el punto de que se esté dispuesto, si
fuera necesario, a separarse del padre, de la madre, del cónyuge, de los hijos,
del hermano, de la hermana, o incluso de la propia vida, entonces no se le ama
sobre todas las cosas. Usted debe decidir hacer la voluntad de Dios ante todo,
sin que importe cuánto pueda amar a los demás.
JOHN MACARTHUR - (Devocional "LA VERDAD PARA HOY”)