“[Cristo] no hizo pecado, ni se halló engaño en
su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición.” 1 Pd 2:22-23
Jesucristo
tiene que haber estado en el pensamiento de Pedro cuando escribió los versículos
de hoy porque fue testigo del dolor de Jesús, aunque de lejos. A pesar de lo
severo de su dolor, Cristo no cometió pecado alguno de palabra o de hecho.
Isaías 53:9
dice: “Nunca hizo maldad”. “Maldad” se traduce como “desobediencia” en la Septuaginta (la
versión griega del Antiguo Testamento hebreo). Los traductores entendieron que “maldad” se refería a la desobediencia
a la ley de Dios, o el pecado. A pesar del trato injusto que tuvo que
soportar, Cristo no pecó ni podía pecar (cp. 1 Pedro 1:19).
Isaías 53:9
añade: “Ni hubo engaño en su boca”. Por lo general el pecado hace su primera
aparición en nosotros por lo que decimos. En Jesús no había pecado alguno, ni
externa ni internamente.
Jesucristo
es el ejemplo perfecto de cómo debemos reaccionar ante el trato injusto porque
Él soportó el peor trato que pueda soportar persona alguna, y sin haber pecado
nunca.
JOHN MACARTHUR - (Devocional "LA VERDAD PARA HOY”)