¿ERES ESCLAVO DE TUS EMOCIONES?
Por Lourdes Villarroel
“Es de sabios dirigir tu coraje hacia los problemas y no hacia las
personas; enfocar tu energía en respuestas y no en excusas”. William Arthur
Ward
Hace unos días, junto a unas amigas, organizamos un baby shower. Estábamos
muy bien, nos divertíamos mucho con los juegos y la mamá estaba muy feliz por
la sorpresa que le habíamos preparado. En medio de la reunión llegó uno de los
amigos que invitamos, estaba de muy mal humor, ya que en su trabajo no le había ido muy bien.
Al inicio no le prestamos mucha atención, pero conforme iban pasando las
actividades que teníamos planeadas, nos cambió el buen humor por incomodidad,
ya que cuando le pedíamos que participara en los juegos nos respondía de una
manera brusca e indiferente. Varios nos pusimos incómodos por su actitud, nos
preguntábamos unos a otros: ¿Qué culpa teníamos nosotros por lo que le pasó en
su trabajo?
Esta situación me hizo reflexionar que con nuestras actitudes
incorrectas podemos incomodar a las personas. Muchos esposos llegan a sus
hogares con las cargas del trabajo y se desahogan con sus esposas e hijos,
cuando eso no debería ser así. A muchos de nosotros nos cuesta separar las
cosas del trabajo, de la iglesia o de la familia, ya que andamos llevando
nuestros problemas de un lugar a otro. Esto nos trae serias dificultades,
especialmente en el matrimonio, ya que va desgastando la relación con nuestro
cónyuge e hijos.
Una de las cosas que admiro de mi esposo, es que independientemente de
cómo haya estado su día en el trabajo,
siempre llega con una sonrisa en el rostro y hasta hace bromas que nos hacen
reír a mí y a mi hija. Esta situación hace que nuestra relación se fortalezca.
Jesucristo nos enseña en su palabra que debemos aprender a controlar
nuestra emociones y que debemos tener dominio propio sobre nuestro cuerpo, ya
que reaccionando de la manera incorrecta podemos dañar a otras personas y más
aún a nuestros seres queridos.
El autor y consejero M. Eddison menciona: “siempre imprimimos nuestros
sentimientos y emociones en los demás” con lo que nos llama a la reflexión para
identificar en qué estado emocional estamos antes de poder relacionarnos con
los demás, por lo tanto debemos pedirle a Dios que afine y trate nuestras
emociones.
Por ello, para tener una vida saludable es necesario tener una cita
diaria con Dios, para que Él pueda forjar en nosotros un dominio propio y un
carácter conforme a la voluntad de Dios.
No debemos permitir que las circunstancias que atravesamos y los
problemas que enfrentamos afecten nuestro carácter y emociones negativamente.
“Una persona sin control propio, es
como una ciudad con las murallas destruidas”. Proverbios 25:28 (NTV)
(Este artículo fue producido por
Radio Cristiana CVCLAVOZ)