“¿O menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y
longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento?” Romanos
2:4
No estoy de acuerdo con
todas las doctrinas de los escritores puritanos, pero me encanta su énfasis en
la santidad. Estos piadosos predicadores llamaban sus sermones "arado
profundo". Ellos creían que no podían sembrar verdaderas semillas de fe
hasta que la tierra de los corazones de sus oyentes haya sido profundamente arada.
Los puritanos se
aseguraban de que sus prédicas llegaran a lo profundo, rompiendo la tierra
rocosa de las almas de sus oyentes. Sus sermones producían genuino
arrepentimiento en sus congregaciones. Y, a través de los años se produjeron
cristianos fuertes, maduros y fieles.
Hoy, sin embargo, la
mayoría de las prédicas es sembrar sin arar. Escucho muy pocos sermones, hoy en
día, que penetren más allá de la superficie. El “arado profundo” no sólo trata con la enfermedad del pecado; cava
hasta llegar a la causa misma de la enfermedad. Muchas de las predicaciones
que escuchamos hoy, se enfocan en el remedio mientras que ignoran la
enfermedad. ¡Ofrecen una receta sin proveer la cirugía!
Tristemente, hacemos
que la gente piense que ha sido sanada del pecado cuando nunca supo que estaba
enferma. Les ponemos vestimentas de justicia, cuando nunca supieron que estaban
enfermos. Les instamos a confiar en Cristo, cuando ni siquiera se han dado cuenta
de su necesidad de confiar. Tales personas terminan pensando: "No me hará
daño el añadir a Jesús a mi vida".
C.H. Spurgeon, el
poderoso predicador inglés, dijo lo siguiente acerca de la necesidad de
arrepentirse: “Creo que la penitencia dolorosa aún existe, aunque últimamente,
no he oído mucho acerca de ella. La gente parece saltar muy rápidamente hacia
la fe en estos días… Espero que mi viejo amigo, El Arrepentimiento no haya
muerto. Estoy desesperadamente enamorado del arrepentimiento; parece ser el
hermano gemelo de la fe.
No entiendo mucho
acerca de la fe sin lágrimas; sé que vine a Cristo por el camino de la cruz de
llanto... Cuando vine al Calvario por fe, fue con gran llanto y súplicas,
confesando mis transgresiones, y deseando encontrar salvación en Jesús, y en
Jesús solamente”.
DAVID WILKERSON - (DEVOCIONAL DIARIO “ORACIONES”)