“Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os
abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que
llama, se le abrirá” Mateo 7:7-8
Curiosamente, casi al
final de su vida terrenal, Jesús también dijo: “Hasta ahora nada habéis pedido
en mi nombre; pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea cumplido” (Juan
16:24). Presta atención a que Jesús estaba hablando a sus discípulos en la
Última Cena, por lo que, saber que no habían pedido nada hasta este momento
debe haber sido algo desconcertante en cierta forma para ellos. Después de
todo, la esencia misma del discipulado es una relación de maestro estudiante de
pedir y recibir. El hecho de que los discípulos hayan dejado sus redes y
comenzaran a seguir a Jesús era la base de la relación. Ellos preguntaban, y Él
respondía y les daba lo que necesitaban.
Lo que Jesús les estaba
realmente diciendo, sin embargo, era que un tiempo de dificultades sin
precedentes era inminente. Tú y yo sabemos que Jesús estaba a punto de ser tomado
cautivo y, como resultado de eso, todos los discípulos huirían. Él estaba
diciendo en esencia, “Van a tener miedo, y una sensación de pérdida y tristeza
tratarán de llenar sus corazones, pero yo estaré con ustedes para darles una
fuerza interior que sólo está disponible para aquellos que están dispuestos a
hacer mi obra en la tierra”. Puedes ver este pensamiento muy claramente
presentado a los discípulos en porciones de los capítulos 13 al 18 en el
Evangelio de Juan. “Al caminar en la senda que les he enseñado como Mi Cuerpo,
van a tener esperanza, visión y gozo. Hasta el momento no han pedido lo que ya
es de ustedes, pero ahora, si están dispuestos a pedir, recibirán todo lo que
se necesiten”.
En Mateo 25:4-8, Jesús
dio un ejemplo del día del regreso de Cristo. Las cinco vírgenes prudentes
tomaron aceite en sus lámparas, pero las cinco vírgenes insensatas no tenían
aceite. Cuando se desató la crisis, las insensatas dijeron a las prudentes:
“Ustedes parecen ver algo que nosotras no vemos, pues están diciendo: ‘Aquí
viene el Esposo’, pero nosotras no vemos nada más que oscuridad y calamidad.
¡Dadnos de vuestro aceite!”. Sin embargo, trágicamente, lo pidieron demasiado
tarde.
Amados, es muy difícil
conseguir los recursos que Cristo está dispuesto a darnos una vez que la
calamidad golpea. ¡Recuerda los días de Noé! Antes de que llegara el diluvio,
Dios cerró la puerta del arca y encerró a Noé con su familia dentro. Imagínate
cuando comenzó a llover y la gente afuera comenzó a golpear la puerta. No
podían entrar porque el arca había sido cerrada, el tiempo de preguntar había
terminado, el tiempo de conseguir la fuerza necesaria había pasado.
¡Pídele a Jesús las
cosas que necesitas ahora!
CARTER CONLON -
(Devocional Diario “ORACIONES”)