Moisés podía adorar,
incluso aunque no tenía muchas esperanzas para Israel. El sabía que el pueblo
estaba expuesto a descarriarse, que ellos escondían los ídolos de oro que
habían traído de Egipto. Aunque Moisés había convencido a Dios que los
perdonara después de su idolatra del becerro dorado, debió haber pensado:
“¿Cuánto tiempo más soportará Dios sus deseos secretos y murmuración? ¿Cuando
se le acabará Su paciencia?”
Pareciera como si la
petición de Moisés a favor de Israel fuera más compasiva que el sentir de Dios
por Su pueblo; pero la realidad es que Dios no tenía intención de destruirlos.
Él ya tenía todas Sus promesas en mente para ellos.
No, esta era una
“prueba de misericordia” para Moisés. El Señor le estaba preguntando a Su
siervo: “¿Cómo vas a representarme en frente del pueblo? ¿Como un Dios de
venganza que solamente está lleno de juicio? No, Yo soy misericordioso,
paciente y siempre dispuesto a perdonar a Mi pueblo”.
¡Esta fue la revelación! Y dio paz al corazón de Moisés. De hecho, mientras
todavía estaba adorando, comenzó a clamar y apropiarse de la gloria que Dios le
había revelado: “¡La misericordia de Dios nos ayudará! El es paciente y nos
perdonará. ¡Qué glorioso es esto! ¡Qué consuelo y qué esperanza!”
Inmediatamente, Moisés
comenzó a orar: “Y dijo: Si ahora,
Señor, he hallado gracia en tus ojos, vaya ahora el Señor en medio de nosotros;
porque es un pueblo de dura cerviz; y perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado,
y tómanos por tu heredad” (Éxodo 34:9).
¡Este pasaje comprueba
que la revelación de la gloria de Dios es parte integral de la adoración!
La revelación de la
gloria de Dios debe ser la fuente de toda adoración. Debemos apropiarnos de Su
gloria más frecuentemente, testificando: "Señor, sé que eres santo y
justo, y que no pasarás por alto el pecado; pero también he visto Tu gloria y
sé que no buscas mi destrucción”.
“No me condenas en mis
luchas, sino por el contrario, me muestras cuán amoroso y paciente eres hacia
mí. Sé que merezco el rechazo, he fallado tantas veces que debería ser
desechado por completo, pero tú me revelas que ¡eres misericordioso, lleno de
gracia y compasivo!”
DAVID WILKERSON -
(Devocional Diario “ORACIONES”)


