"El señor. Me dijo: 'he puesto en tu boca mis
palabras'" (Jeremías 1:19 NVI)
Por lo general, la
gente a la que Dios llama empieza pensando que está mal preparada y sintiéndose
insegura. Si saltaras a la primera y dijeras: 'Tranquilo, Señor, que yo me las
apaño', Él ni siquiera te llamaría. O quizás digas: 'He cometido demasiados
errores'. Todo el mundo cae, sin embargo, los ganadores son los que se levantan
de nuevo. "El Señor afirma los pasos del hombre cuando le agrada su modo
de vivir; podrá tropezar, pero no caerá, porque el Señor lo sostiene de la
mano" (Salmos 37:23-24 NVI).
Cuando Jeremías le
dijo a Dios que ni se veía capaz ni con la confianza necesaria para hacer lo
encomendado, Dios le dijo lo que nos dice a nosotros también:
1) No vas en tu propia autoridad: "...Vas a ir a
dondequiera que yo te envíe..." (Jeremías 1:7 NVI). ¿Quién te envía, te
respalda y te sostiene? ¡Dios! ¿Qué más necesitas?
2) El mensaje no es nuestro: "...Vas a decir
todo lo que yo te ordene" (v. 7 NVI). No te angusties, no renuncies, no
razones ni te disculpes. Solamente habla lo que Dios te ha pedido y Él hará el
resto "...porque yo estoy alerta para que se cumpla mi palabra" (v.
12 NVI).
3) Cuando Dios te toca, ya estás capacitado: "Luego
extendió el Señor la mano y, tocándome la boca, me dijo: ' He puesto en tu boca
mis palabras'" (v. 9). Sé tú
mismo, porque no puedes ser nadie más. No eres quien los demás dicen que eres,
sino quien Dios dice que eres. Por eso puedes hacer lo que Él te encomienda.
Sólo tienes que ponerte de acuerdo con Él.
"Por amor de Sión no callaré y por amor de Jerusalén
no descansaré... hasta que restablezca a Jerusalén y la ponga por alabanza en
la Tierra..." (Isaías 62:1-7)
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA
PARA HOY")