"Bienaventurados
los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios." Mateo 5:8
La pureza, la limpieza de corazón, es la cosa más
importante que ha de buscarse. Necesitamos ser limpiados interiormente por
medio del Espíritu y de la Palabra, y entonces seremos limpios exteriormente
por la consagración y la obediencia. Hay una íntima conexión entre los afectos
y el entendimiento: si amamos el mal, no podemos entender lo que es bueno. Si
el corazón es impuro, el ojo estará empañado. ¿Cómo podrían ver a un Dios
aquellos que aman las cosas profanas? ¡Qué privilegio tan grande es ver a Dios aquí!
¡Una mirada a Él es el cielo en la tierra! En Cristo Jesús los de limpio
corazón ven al Padre.
Lo vemos a Él, Su
verdad, Su amor, Su propósito, Su soberanía, Su carácter del pacto, sí, lo
vemos a Él mismo en Cristo. Pero esto es
comprendido únicamente en la medida en que el pecado es mantenido fuera del
corazón. Únicamente aquellos que buscan la santidad pueden clamar: "Mis
ojos están siempre hacia Jehová." El deseo de Moisés: "Te ruego que
me muestres tu gloria", puede ser cumplido únicamente conforme nos
purifiquemos de toda iniquidad. "Le veremos tal como él es"; "Y
todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo." El
gozo de la presente comunión y la esperanza de la visión beatífica, son un
urgente motivo para la pureza de corazón y de vida. ¡Señor, limpia nuestro
corazón para que podamos verte!
CHARLES SPURGEON - (Devocional "MEDITACIÓN DE HOY")