"Y sabrán los egipcios que yo soy
Jehová." Éxodo 7:5
Es
difícil enseñar al mundo impío. Egipto no conoce a Jehová y por eso se atreve a
entronizar sus ídolos, e incluso se aventura a preguntar: "¿Quién es
Jehová?" Sin embargo, el Señor tiene el propósito de quebrantar a los
corazones altivos, ya sea que quieran o no. Cuando Sus juicios truenen sobre
sus cabezas, oscurezcan sus cielos, destruyan sus cosechas, y maten a sus
hijos, comenzarán a discernir algo del poder de Jehová. Todavía habrán de
ocurrir cosas en la tierra que pondrán a los escépticos de rodillas. No desmayemos a causa de sus blasfemias,
pues el Señor puede cuidar de Su propio nombre, y lo hará de una manera muy
eficaz.
La
salvación de Su propio pueblo fue otro medio poderoso de hacer que Egipto
supiera que el Dios de Israel era Jehová, el Dios vivo y verdadero. Ningún
israelita murió por causa de alguna de las plagas. Nadie de la simiente elegida
murió ahogado en el Mar Rojo. De igual manera, la salvación de los elegidos, y
la segura glorificación de todos los verdaderos creyentes, hará que los más
obstinados enemigos de Dios reconozcan que Jehová es el Dios. ¡Oh, que Su poder
de convencimiento salga por Su Santo Espíritu en la predicación del Evangelio,
hasta que todas las naciones se inclinen delante del nombre de Jesús, y lo
llamen Señor!
CHARLES SPURGEON - (Devocional
"MEDITACIÓN DE HOY")


