La oración es la fuente
de la vida cristiana, la tabla de salvación del cristiano. De otro modo, es
como tener en sus brazos un bebé y ponerle linda ropa, ¡pero resulta que no
está respirando! Olvídese de la ropa con adornos; estabilice los signos vitales
del bebé. No sirve de nada hablarle a una persona que está en estado comatoso.
Por eso son tan limitados los resultados que produce el gran énfasis que se da
a la enseñanza en las iglesias de hoy. La enseñanza sólo es provechosa si puede
ser canalizada donde hay vida. Si los oyentes están en un coma espiritual, lo
que les decimos puede ser bueno y ortodoxo, pero desafortunadamente, la vida
espiritual no puede ser enseñada.
Pastores e iglesias
deben llegar a sentirse incómodos al punto de decir: “No somos cristianos
neotestamentarios si no tenemos una vida de oración”. Esta convicción nos
produce un poco de incomodidad, pero ¿de qué otra manera podrá abrirse camino
hacia Dios?
Si verdaderamente
prestamos atención a lo que dice Hechos
2:42: “perseveraban en la doctrina de los apóstoles; en la comunión unos con
otros, en el partimiento del pan y en las oraciones”, podemos ver que la
oración casi es una prueba de la normalidad de una iglesia. Invocar el nombre del
Señor es el cuarto sello distintivo contenido en la lista. Si mi iglesia o su
iglesia no están orando, no debiéramos hacer alarde de las cifras de asistencia
de nuestra reunión del domingo.
Carol y yo nos hemos
dicho repetidas veces que si alguna vez se afloja el espíritu de
quebrantamiento y de invocación del nombre de Dios en la Iglesia Brooklyn
Tabernacle, sabremos que estamos en dificultades, aun cuando tengamos una
asistencia de 10.000 personas.
Durante incontables
reuniones de oración los martes por la noche me encuentro rodeado de los
sonidos sagrados de oración e intercesión que llenan la iglesia, y que se
desbordan de cada corazón presente. Cuando la reunión va tocando su fin, puedo escuchar
a madres que piden por sus hijos rebeldes, hombres que piden que Dios por favor
los ayude a encontrar empleo, y a otros que dan gracias por respuestas
recientes a la oración. No puedo evitar pensar: “Esto es la más cercano al
cielo que puedo llegar aquí en esta vida. No quiero irme de aquí. Si me
invitaran a la Casa Blanca
para conocer a algún dignatario, nunca me produciría el tipo de paz y gozo
profundo que siento aquí en la presencia del pueblo que invoca al Señor”.
JIM CYMBALA - (Devocional Diario “ORACIONES”)


