UN ANHELO SUPREMO DE SER UNA BENDICIÓN
Por Tim Challies
El nuevo año se
acerca rápidamente. Mientras 2013 disminuye y se prepara para llegar a su fin,
me encuentro pensativo, reflexionando sobre el año pasado y un nuevo año por
delante. Mientras considero el año en que se nos viene encima, me ha sido de
ayuda la oración de John MacArthur En el Trono de la Gracia. ¡Creo que usted la
disfrutara también!
Gracias, Señor, por
habernos llamado a Tu reino y familia. Dos de nuestras responsabilidades como
familia son restaurar con humildad a aquellos que se han visto atrapados en una
trampa de pecado, y ayudar a llevar las cargas unos a los otros. En este tipo
de acciones, cumplimos con la ley real de Cristo, que se destila en el
principio del amor. Reconocemos que todos los deberes morales que Tu ley
establece son, precisamente, las mismas virtudes que surgen del amor auténtico.
Que seamos vasijas fieles del amor que Tu Espíritu derrama en nuestros
corazones. Que nunca seamos culpables de ocultar la luz de tu amor bajo el
almud.
Tu Palabra nos
recuerda a menudo de la ley inexorable de la siembra y la cosecha. Lo que
sembramos cosechamos, tanto espiritual como físicamente. ¡Que siempre podamos
sembrar para el Espíritu y no a la carne! Confesamos que no podemos hacerlo sin
su habilitación misericordiosa, y por tanto buscamos la ayuda de Tu Espíritu.
También nos has
enseñado que el que siembra escasamente, escasamente cosechará, y el que
siembra generosamente, generosamente cosechará. Que siempre podamos ser
liberales y generosos en la siembra de las cosas buenas. Se nos recuerda en
especial de nuestro deber de compartir todas las cosas buenas con los que nos
han enseñado la Palabra. Llénanos con gratitud y con generosidad, y luego abre
nuestros corazones para ser canales de bendición, especialmente a los que tan
maravillosamente nos ha bendecido.
Ayúdanos a ser sabios
y agresivos en el aprovechamiento de las oportunidades que tenemos para hacer
el bien a todos, especialmente a nuestros queridos hermanos y hermanas en
Cristo. Aprovecha nuestros dones y habilidades, junto con todas nuestras
facultades humanas -y emplearlos para Tu gloria-. Danos la fuerza para trabajar
más duro, servir con mayor fidelidad, el trabajo con mayor diligencia, y
todavía seguir adelante, incluso cuando las pruebas y las distracciones de la
vida parecen ofrecer motivos de peso para alejarnos de las necesidades de los
demás. Danos fuerza mediante Tu Espíritu y mantennos fieles a nuestro llamado.
Tú sabes, Señor, que
nuestra vida aquí en la tierra está llena de cargas, angustias y decepciones.
Permite que esas cosas se usen en nuestro beneficio. Que las demos con gracia y
valor. Te damos gracias por la gracia que nos sostiene en medio de todos
nuestros problemas. Oramos para que a través de las pruebas que Tú nos envíes
Tú mantendrás nuestros corazones llenos de esa paz que sobrepasa todo
entendimiento y guardar nuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo
Jesús.
Gracias porque cuando
fallamos o tambaleamos Tú siempre nos restauras. Tú nos das gracia sobre gracia
sin medida. Tú abundantemente, suplirás todo lo que necesitemos.
Pero confesamos,
Señor, que una de nuestras mayores necesidades es la santidad. Somos propensos
a pecar, predispuestos a la necedad, dados a la terquedad, y fácilmente
confundidos por nuestra propia voluntad. Guíanos, guárdanos, y sostennos para
evitar que nuestros pies se deslicen, y mantenernos siempre conscientes y
firmemente anclados a la base sólida que nos has dado en Cristo.
Danos un mayor amor
por Él, para que todo nuestro servicio fluya de corazones de alegría. Danos un
santo anhelo de ser libres del pecado en la mente y la acción. Ya sea que Tu
plan para nuestro futuro inmediato conlleve la prosperidad o la adversidad, la
bendición o el sufrimiento, la alegría o la tristeza, o una mezcla amorosa de
todas esas cosas –prepáranos para que respondamos con rectitud de corazón, y
con santidad como la de Cristo–. Tu gracia es suficiente para todas estas
cosas, y Tu verdad nos fortalece para todas las cosas.
Inclinamos nuestros
corazones a adorarte en el nombre bendito de Tu Hijo. Amén.