"...¿Y cómo pueden oír de él a menos que alguien se
lo diga?" (Romanos 10:14 NTV)
Un escritor comenta: "Estaba visitando a
mis padres y necesitaba cortarme el pelo, así que me fui a la peluquería que
frecuentaba mi madre. Mientras Jim, el dueño del establecimiento, me cortaba el
pelo, empezamos a hablar de asuntos espirituales. Cuanto más hablábamos... más
me cortaba. Acabé con el pelo muy corto, pero nuestra conversación acerca de
Jesús había merecido la pena. De vuelta a casa le sugerí a mi madre que
invitara a Jim y a su esposa a la iglesia, pero me contestó: "Ésos no
están interesados en la iglesia en absoluto... llevan una vida muy desordenada.
No conozco a nadie más alejados de Dios". A pesar de ese comentario, la
siguiente vez que mi madre fue a la peluquería, hizo una oración en silencio:
"Señor, no creo que esta gente esté interesada en Ti. Pero si quieres que
les hable... haz que pase algo". En
ese momento la esposa de Jim dijo a mi madre: 'Entiendo que usted asiste a un
grupo donde se tratan temas espirituales; nos gustaría asistir".
Con el tiempo mis
padres oraron con Pam y Jim para que aceptaran a Jesús como su Salvador. Pero todo empezó con una conversación con
el peluquero mientras hacía su trabajo. La reacción de esta pareja no es
habitual, porque la mayoría de los cristianos pasan casi todo el tiempo con
otros cristianos... Cuando se trata de asuntos serios... las personas escuchan
a aquellos en quienes confían... sobre todo en temas espirituales. Pregunta
Pablo: "...¿Y cómo pueden creer en Él si nunca han oído de Él? ¿Y cómo
pueden oír de Él a menos que alguien se lo diga?" (Romanos 10:14 NTV). Por
lo general, las personas alcanzadas para Jesús, han llegado a Él a través de
amigos, no de extraños. Por ello, cultiva buenas relaciones con los camareros de
un restaurante al que vas con frecuencia, o con tus compañeros de gimnasio;
invita a cenar a tus vecinos... sigue el ejemplo de Cristo y hazte amigo de
aquellos que no conocen de Dios".
"Por amor de Sión no callaré y por amor de Jerusalén
no descansaré... hasta que restablezca a Jerusalén y la ponga por alabanza en
la Tierra..." (Isaías 62:1-7)