“…No me avergüenzo del evangelio…” Romanos 1:16
Como seguidor de
Cristo, puedes decir también: “…No me avergüenzo del evangelio, porque es poder
de Dios para salvación de todo aquel que cree…” (Romanos 1:16). Nuestro
evangelio no es educación, ni sofisticación, sino salvación. No es reforma ni
rehabilitación, sino redención de la culpa y el poder del pecado. Dice la
Biblia: “…Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas
pasaron; he aquí, todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17). No eres como un
vehículo viejo al que le cambian algunas piezas del motor; eres un modelo
totalmente nuevo. Fijémonos en las palabras “a todo aquel que cree”. Al depositar tu confianza en Cristo, todos
tus pecados son perdonados, eres revestido de Su justicia, totalmente
aceptable a los ojos de Dios y cualificado para ir al cielo.
A lo mejor te
preguntas: “¿Tiene que ser larga la oración de salvación?” El ladrón de la cruz
oró en nueve palabras: “Señor, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”
(Lucas 23:42). El cobrador de impuestos del templo dijo seis: “…Dios, sé
propicio a mí, pecador” (Lucas 18:13). Cuando Pedro se estaba hundiendo en el
mar de Galilea sólo pronunció dos palabras: “¡Señor sálvame!” (Mateo 14:30). Y
lo bueno es que a todos ellos los salvó Jesucristo.
Y si quieres saber
cómo puedes recibir ese poder transformador de vidas, la respuesta es “Por Fe”,
“Porque con el corazón se cree para justicia, y con la boca se confiesa para
salvación. Pues la Escritura dice: Todo aquel que cree en Él, no será
avergonzado” (Romanos 10:10-11).
"Por amor de Sión no callaré y por amor de Jerusalén
no descansaré... hasta que restablezca a Jerusalén y la ponga por alabanza en
la Tierra..." (Isaías 62:1-7)
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA
PARA HOY")