"...Llegaron... Unos sabios, preguntando: ¿dónde
está el rey de los judíos que ha nacido...?" Mateo 2:1-2
¿Qué le motiva a
alguien a dejar la comodidad de su hogar, viajar dos mil millas en camello,
atravesar ardientes desiertos plagados de asaltadores y peligros y seguir una estrella a un destino
desconocido? Sólo hay una respuesta: los sabios -hombres y mujeres- siempre han
tenido sed de Dios. Se dice que las palabras más buscadas en internet hoy en
día son "trabajo", "sexo" y "Dios". El trabajo
responde a nuestra necesidad de seguridad; el sexo, a nuestra necesidad de
compañerismo e intimidad; Dios apela a nuestra necesidad de ser perdonado, de
sentir paz y gozo y de entender nuestro propósito en este mundo. Es por ello
que aun las tribus primitivas que no conocen de Dios hacen dioses de las
montañas, los árboles y las rocas. En el
fondo de nuestro ser, todos tenemos la necesidad de experimentar algo más
grande que nosotros mismos y de conocer a alguien que nos ame, nos proteja y
nos dirija.
Cuando su vida se
vino abajo, Job clamó: "¡Quién me diera el saber dónde hallar a Dios! Yo
iría hasta su morada" (Job 23:3). Los antiguos griegos tenían un altar en
la Colina de Marte con la inscripción "Al Dios Desconocido". Pablo
les dijo: "...Eso que vosotros adoráis como algo desconocido es lo que yo
os anuncio" (Hechos 17:23 CST). La buena noticia de la Navidad es que
puedes buscar a Dios y encontrarlo, si aceptas a Jesús como tu Salvador
personal. Oseas pidió al pueblo de Israel que volviera a su Dios con estas
palabras: "¡Oh, si conociéramos al Señor! Esforcémonos por conocerlo. Él
nos responderá, tan cierto como viene el amanecer..." (Oseas 6:3 NTV).
"Por amor de Sión no callaré y por amor de Jerusalén
no descansaré... hasta que restablezca a Jerusalén y la ponga por alabanza en
la Tierra..." (Isaías 62:1-7)
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA
PARA HOY")