"...Te aconsejo que avives el... don de Dios que
está en ti..." 2 Timoteo 1:6
Dios te dio ese
talento que tienes, pero a ti te corresponde desarrollarlo. Y no debería ser
algo tan complicado, porque normalmente tu don está relacionado con algo que te
apasiona. El Dios que te hizo puso los anhelos en tu corazón. Ser consciente de
esa verdad te ayudará a entender por qué las cosas que te resultan
gratificantes son aquellas en las que usas tus capacidades y habilidades
innatas. Alguien escribió: "Lo natural para un perro de caza es cazar. Si
lo dejas en espacios pequeños, pasará el tiempo tumbado y aletargado. Pero
cuando entiende que va a ir de caza, se espabila; porque Dios creó así a esa
raza de perros; llevan dentro esa pasión y no necesitan animarse, ni escuchar
un sermón o un mensaje positivo para avivarse y motivarse.
Cuando los perros van
a cazar, se ponen muy excitados; es instintivo para ellos... y cuando hacemos
aquello para lo que hemos sido llamados, el entusiasmo y la motivación se
desprenden de forma natural también. A lo mejor no saltamos como los perros,
pero en nuestro interior sabemos que para eso hemos nacido y sido llamados. Y por el contrario, si haces algo que no te
resulta natural, es una lucha continua. Si intentas hacer algo, te
capacitas y te esfuerzas, pero aun así no dominas esa destreza determinada, es
hora de reconocer que quizás eso no sea para ti. Es verdad que debemos
perseverar... esforzarnos y aprender cosas que no nos agradan... pero por lo
general, la vida no debería ser siempre un camino cuesta arriba". Cuando
cumples el propósito para el que has sido llamado, una de las consecuencias más
notables es lo gratificante que resulta "[avivar] el don de Dios que está
en ti" cuando usas tus capacidades naturales.
"Por amor de Sión no callaré y por amor de Jerusalén
no descansaré... hasta que restablezca a Jerusalén y la ponga por alabanza en
la Tierra..." (Isaías 62:1-7)
BOB Y DEBBIE GASS - (Devocional "LA PALABRA
PARA HOY")