"Y sabrán que yo
Jehová su Dios estoy con ellos, y ellos son mi pueblo, la casa de Israel, dice Jehová el Señor." Ezequiel 34:30
Ser el propio pueblo del Señor es una bendición especial,
pero saber que lo somos es una bendición consoladora. Una cosa es esperar que
Dios esté con nosotros, y otra cosa es saber que en efecto está con nosotros.
La fe nos salva, pero la seguridad nos sacia. Tomamos a Dios para que sea nuestro
Dios cuando creemos en Él; pero alcanzamos el gozo de Él cuando sabemos que es
nuestro y que somos Suyos. Ningún creyente debería contentarse con esperar y
confiar, sino que debería pedirle al Señor que lo conduzca a la plena
certidumbre, de tal forma que los asuntos de fe puedan convertirse en asuntos
de certidumbre.
Llegamos a un claro conocimiento del favor de Dios hacia
nosotros cuando gozamos de las bendiciones del pacto y vemos al Señor levantado
para nosotros como una planta de renombre. Aprendemos que somos el pueblo del
Señor por la gracia, no por la ley. Volvamos siempre nuestra mirada en la
dirección de la gracia inmerecida. La seguridad de la fe nunca puede venir por
las obras de la ley. Es una virtud evangélica, y sólo puede llegarnos de una
manera evangélica. No miremos hacia dentro. Miremos únicamente al Señor.
Conforme veamos a Jesús veremos nuestra salvación.
Señor, envíanos tal marea de tu amor que seamos
arrastrados más allá del cieno de la duda y del miedo.
CHARLES SPURGEON - (Devocional "MEDITACIÓN DE HOY")