"El que se humilla
será enaltecido." Lucas 18:14
No debería ser difícil que nos humilláramos pues, ¿qué
tenemos de lo que debamos estar orgullosos? Deberíamos ocupar el lugar más bajo
sin necesidad de que se nos diga que lo hagamos. Si fuéramos sensatos y
honestos seríamos muy poca cosa en nuestra propia opinión. Especialmente
delante del Señor, en oración, deberíamos reducirnos a nada. Allí no podemos
hablar de mérito, pues no tenemos ninguno: nuestra sola y única apelación ha de
ser a la misericordia: "Dios, sé propicio a mí, pecador."
Aquí tenemos una palabra de ánimo procedente del trono.
Seremos enaltecidos por el Señor si nos humillamos. Para nosotros la forma de
subir es ir cuesta abajo. Cuando somos
despojados del yo, entonces somos vestidos de humildad, y esta es la mejor
ropa. El Señor nos enaltecerá con paz y felicidad de mente; Él nos
enaltecerá al conocimiento de Su Palabra y a la comunión con Él; Él nos
enaltecerá en el gozo del perdón garantizado y la justificación. El Señor
otorga Sus honores a quienes pueden llevarlos para honra del Dador. Él da
utilidad, aceptación e influencia a aquellos que no son inflados por estas
cosas, sino que más bien son humillados por un sentido de mayor
responsabilidad. Ni Dios ni el hombre se interesarán por ensalzar a un hombre
que se ensalce a sí mismo; pero tanto Dios como los hombres buenos se unen en
honrar una condición modesta.
Oh, Señor, húndeme en el yo, para que pueda ser levantado en Ti.
CHARLES SPURGEON - (Devocional "MEDITACIÓN DE HOY")