“Elegidos según la
presciencia de Dios.” 1 Pedro 1:2
A través de los años, las teologías arminianas y
calvinistas han estado en polos opuestos. La teología reformada tradicional,
que llamamos calvinismo, subraya la soberanía de Dios, pero la teología
arminiana en realidad subraya la soberanía del hombre. Enseña que Dios es útil
al dar ayuda espiritual, pero que uno tiene que encontrarla en sí mismo para ir
a Cristo, perseverar en la fe, alcanzar metas espirituales y obtener victorias
espirituales.
¿Qué resulta de esa clase de teología? Una persona puede decir que confía en Cristo,
pero en realidad confía en sí misma. Eso muestra la creencia de que el
poder para escoger la salvación, o perderla por el fracaso espiritual,
pertenece a la persona. Suponga que usted creyera que tenía esa clase de poder.
¿Puede imaginarse lo que sería enfrentarse a la muerte y preguntarse si no
pudiera entrar en el cielo porque había cometido muchísimos pecados? Esa
incertidumbre causará ansiedad, no seguridad.
Confiar plenamente en Dios requiere conocimiento de su
gracia soberana: Que una persona es escogida, redimida, mantenida y glorificada
por Dios, que es el iniciador.
JOHN MACARTHUR
- (Devocional "LA
VERDAD PARA HOY")