ACCIÓN DE GRACIAS: UN ESTILO DE VIDA,
NO UNA FIESTA
Por RC Sproul Jr.
Es una señal
inequívoca de que somos pecadores que tendemos a estar más preocupados por lo
que hacemos que por lo que somos. Es decir, nuestra culpabilidad o la paz a
menudo es el fruto de nuestro propio juicio de la frecuencia en que cometemos
un pecado conocido, y con menos frecuencia basado en lo que pensamos y lo que
sentimos. Puede que odie a mi hermano, pero si puedo evitar que lo mate, bueno,
¿Qué tan malo podría ser?
En Romanos 1 Pablo está enfocado en explicar la
culpabilidad universal de los hombres ante Dios. Allí se responde a
la pregunta diciendo: "¿Qué pasa con el nativo inocente en África que no
conoce nada de Cristo?" Afirmando que todos los hombres en todo lugar
conocen quién es Dios, y rechazan ese conocimiento. Antes de que hayamos hecho
algo, somos culpables, aunque sólo sea porque nuestros ojos nos dicen que hay
un Dios y nuestros corazones odian esa verdad. Pablo entonces, sin embargo, al
describir la condición de pecado universal de todos los hombres fuera de
Cristo, añade esta condenación –Ni le dieron gracias–.
Si bien es cierto que
todos los hombres existen –fueron creados para glorificar a Dios– nuestro
fracaso en dar gracias no es simplemente una falta de modales, similar a
olvidarse de escribir una tarjeta de agradecimiento por un regalo. En cambio,
es como el adulterio, como el asesinato, como la rebelión cósmica. ¿Cómo es
eso? Bueno, no ser agradecido se basa en
la convicción de que somos mejor que lo que se nos ha dado. Todos nacemos
con una expectativa de un cierto nivel de confort, un cierto nivel de
satisfacción, un cierto nivel de placer. Cuando éstos exceden nuestras
expectativas creemos que todo está bien en el mundo. Hemos recibido lo que
merecíamos. Cuando caen por debajo de nuestras expectativas, sin embargo, nos
quejamos, gritamos. Nos rascamos la cabeza pensando que algo está mal con el
universo.
Algo está mal en el
universo –nosotros–. Los perdidos están, así, perdidos. Ellos no han sido
cambiados. Ellos no tienen el Espíritu Santo. Ellos están por su propia cuenta.
Pero nos quejamos como ellos. Tenemos el mismo conjunto de expectativas, y así
imitamos sus quejas. Nosotros, porque somos mundanos, vemos el mundo y nuestro
lugar en él al igual que el mundo.
La gratitud, sin embargo, no es el fruto de la felicidad,
sino su raíz.
Cuando damos gracias, cuando vemos el mundo y nuestro lugar en él de manera
realista, recordando lo que somos dentro de nosotros mismos, lo que tenemos y
todo lo que se nos ha prometido en Cristo, estamos asombrados y abrumados. Y
por lo tanto, muy contentos.
Tengo conmigo cuatro
hijas que me aman, y su Señor. Tengo tres hijos que me aman, y su Señor. Tengo
amigos que me aman, y su Señor. Tengo un trabajo que me encanta, que sirve al
Señor. Tengo una iglesia donde se predican nuestro Señor y Su Palabra. Lo más
importante de todo, yo soy amado del Padre. ¿Cómo podría siquiera empezar a
pensar "No es suficiente"? Y, cuando fallo, mi Padre me perdona, Su
Espíritu obra en mí, y estoy mejor.
La acción de Gracias no es un día de fiesta para ser
observado, sino un estilo de vida para ser practicado. Dé gracias. Y cuando
haya terminado, hágalo de nuevo.