Millones se han
convertido porque un hombre se tomó el tiempo necesario hasta escuchar la voz
de Dios. Saulo “cayendo en tierra oyó una voz” (Hechos 9:4). Y cuando él llegó
a ser Pablo, seguía oyendo esa voz. El Señor habló con él, hombre a hombre.
Pedro permitió que la
voz del Salvador llegara a él. “Pedro subió a la azotea para orar…Y le vino una
voz” (Hechos 10:9,13).
Las puertas del reino
se abrieron a causa de un hombre que obedeció a una voz. Estamos viviendo en
los mismos tiempos del Nuevo Testamento que vivieron Pablo y Pedro. Nosotros
también, debemos permitir que Su voz venga a nosotros. ¡Lo que Dios podría
hacer con los cristianos que aprendan a oír del cielo!
En lugar de esperar que Su voz venga a nosotros, corremos
buscando consejeros y psicólogos cristianos. Corremos de una sesión a otra,
leyendo libros, escuchando grabaciones, anhelando oír de Dios. Queremos una
palabra clara de dirección para nuestras vidas y buscamos que los pastores nos
digan lo que está bien y lo que está mal.
Deseamos un líder a
quién seguir, un diagrama para el futuro. Pero son pocos los que saben cómo ir
al Señor y oír su voz. Muchos saben cómo llamar la atención de Dios, cómo tocar
verdaderamente a Dios, pero no tienen idea de cómo Dios los puede alcanzar.
“El que tiene oídos
para oír, oiga” (Mateo 11:15).
Dios quiere sacudir
la tierra una vez más. “Mirad que no desechéis al que habla. Porque si no
escaparon aquellos que desecharon al que los amonestaba en la tierra, mucho
menos nosotros, si desecháremos al que amonesta desde los cielos. La voz del
cual conmovió entonces la tierra, pero ahora ha prometido, diciendo: Aún una
vez, y conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo” (Hebreos
12:25-26).
A la última iglesia,
la iglesia de Laodicea, el Señor le dice: “He aquí, yo estoy a la puerta y
llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y
él conmigo” (Apoc. 3:20)
DAVID WILKERSON - (Devocional Diario “ORACIONES”)


