"...CORRAN PARA GANAR" (1 Corintios 9:24 NTV)
En el Imperio Romano,
los atletas en el estadio no llevaban más que un taparrabos, para que nada les
impidiera correr su mejor carrera. Al referirse a ello, Pablo escribe:
"¿No se dan cuenta de que en una carrera todos corren, pero sólo una
persona se lleva el premio? ¡Así que corran para ganar! Todos los atletas se
entrenan con disciplina. Lo hacen para ganar un premio que se desvanecerá, pero
nosotros lo hacemos por un premio eterno. Por eso yo corro cada paso con
propósito..." (1 Corintios 9:24-26 NTV). ¿Y tú? ¿Buscas sólo la emoción de
la carrera o corres para ganar? Para ser exitoso en lo que Dios te ha llamado y
para lo que te ha redimido, tendrás que dejar de hacer ciertas cosas, algunas
agradables, y empezar a hacer otras que promuevan tus metas y que te ayuden a
cumplir el propósito que Dios estableció para tu vida.
Tal vez eso implique decir que no a quienes, con sus
mejores intenciones, te involucran en tareas que te roban el tiempo y no
producen los resultados esperados. También tendrás que tratar con "...todo
peso y el pecado que [te] asedia..." (Hebreos 12:1). Cuando Dios dice que
algo está mal, ¡está mal! No necesitas justificarte, excusarte ni sentirte
abrumado por ello; sólo tienes que estar de acuerdo con lo que Dios dice,
pedirle perdón y erradicarlo de tu vida. ¿Quién gana el premio? Aquellos que
pagan el precio. Pablo sabía que no podía ganar la carrera sin antes someter su
cuerpo, mente y emociones al control del Espíritu Santo. Así es contigo. No
puedes esperar que otros hagan por ti lo que es correcto; tienes que escuchar
lo que Dios te dice y actuar en consecuencia.
"Por amor de Sión no callaré y por amor de Jerusalén
no descansaré... hasta que restablezca a Jerusalén y la ponga por alabanza en
la Tierra..." (Isaías 62:1,7)


