"...HABÉIS RECIBIDO EL ESPÍRITU DE ADOPCIÓN, POR EL CUAL CLAMAMOS: «¡ABBA, PADRE!»" (Romanos 8:15)
Los contemporáneos de
Pablo entendían bien el ejemplo que él apóstol usó de la adopción, en el
contexto del imperio romano, para ilustrar los beneficios que recibimos como
miembros redimidos de la familia de Dios. El padre romano tenía total derecho y
control sobre sus hijos, ejerciendo su "patria potestad" sobre ellos
a cualquier edad. El proceso de la adopción romana constaba de dos partes, en
las que se transfería el hijo de una patria potestad a otra:
1) La emancipación. En este paso se producía una venta simbólica donde el padre natural "vendía" y "volvía a comprar" a su hijo; la tercera vez lo vendía pero no lo compraba, cediendo con ello sus derechos paternos.
1) La emancipación. En este paso se producía una venta simbólica donde el padre natural "vendía" y "volvía a comprar" a su hijo; la tercera vez lo vendía pero no lo compraba, cediendo con ello sus derechos paternos.
2) La defensa. Aquí el padre adoptivo presentaba su caso de
adopción a un magistrado romano, quien transfería legalmente el hijo a su
patria potestad. De la misma manera, nosotros hemos sido transferidos de las
garras de Satanás a la bendecida patria potestad de nuestro Padre Celestial.
Pablo hace hincapié
en los beneficios de la adopción romana en el capítulo ocho de su carta:
a) El adoptado perdía todos los derechos de su familia natural y ganaba un nuevo padre, además de adquirir todos los derechos como miembro legítimo de la nueva familia.
b) Se convertía en heredero de las posesiones del padre. Si había otros hermanos, heredaba con ellos.
c) Se cancelaban todas sus deudas y se borraba todo su historial anterior; el pasado no tenía efecto en la nueva vida.
d) Siete ciudadanos romanos eran testigos de la legalidad de la adopción. Gracias a Dios "El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios" (Romanos 8:16). Es decir, la garantía de que eres miembro de la familia de Dios la ofrece nada menos que el mismo Espíritu Santo.
a) El adoptado perdía todos los derechos de su familia natural y ganaba un nuevo padre, además de adquirir todos los derechos como miembro legítimo de la nueva familia.
b) Se convertía en heredero de las posesiones del padre. Si había otros hermanos, heredaba con ellos.
c) Se cancelaban todas sus deudas y se borraba todo su historial anterior; el pasado no tenía efecto en la nueva vida.
d) Siete ciudadanos romanos eran testigos de la legalidad de la adopción. Gracias a Dios "El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios" (Romanos 8:16). Es decir, la garantía de que eres miembro de la familia de Dios la ofrece nada menos que el mismo Espíritu Santo.
"Por amor de Sión no callaré y por amor de Jerusalén
no descansaré... hasta que restablezca a Jerusalén y la ponga por alabanza en
la Tierra..." (Isaías 62:1,7)