“¡Cuán
innumerables son tus obras, oh Señor!…” Salmo 104:24 (Leer: Salmo 104:24-35)
Al colibrí se lo conoce también como picaflor, nombre que
se le da porque, al verlo, parece estar picando las flores. En inglés se lo llama
«pájaro que zumba», y en portugués, «besa flor». Uno de mis nombres favoritos
para esta ave es biulu, «que queda en el ojo» (zapoteco mejicano). En otras
palabras, una vez que veas un picaflor, nunca lo olvidarás.
G. K. Chesterton escribió: «El mundo nunca perecerá por
falta de maravillas, sino solo por faltar en maravillarse». El colibrí es una
de esas maravillas. ¿Qué tienen de fascinantes estas pequeñas criaturas? Tal
vez sea su tamaño (un promedio de 2, 5 a 5 cm ) o la velocidad de su aleteo, que puede
oscilar entre 50 y 200 veces por segundo.
No sabemos con seguridad quién escribió el Salmo 104,
pero el salmista estaba indudablemente cautivado con la belleza de la
naturaleza. Después de describir muchas maravillas de la creación, declara:
«Alégrese el Señor en sus obras» (v. 31). Y, luego, ora: «Dulce será mi
meditación en él» (v. 34).
La naturaleza
está inundada de cosas que quedan en el ojo, por su belleza y perfección. ¿Cómo podemos meditar en ellas y agradar a Dios?
Podemos observar, regocijarnos y dar gracias a Dios mientras contemplamos sus
obras y recapturamos sus maravillas.
Dios, ayúdame a reflexionar en las maravillas de tu
creación.
El asombro ante las maravillas lleva a la gratitud.
(La Biblia en
un año: Zacarías 9–12 — Apocalipsis 20:1-15)
KEILA OCHOA -
(DEVOCIONAL “NUESTRO PAN DIARIO")