“… Ciertamente
el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía.” Génesis 28:16 (Leer: Génesis 28:10-17)
Al Worden, astronauta del Apolo 15, sabía lo que era
estar en la luna. Durante tres días, en 1971, voló solo en su módulo de
comando, el Endeavor, mientras dos compañeros trabajaban a miles de kilómetros,
en la superficie de la luna. Su única compañía eran las estrellas, que lo
envolvían con su luz.
Cuando el sol se puso sobre Jacob, el personaje del
Antiguo Testamento, la primera noche lejos de su casa, él también estaba
profundamente solo, pero por otra razón. Estaba huyendo de su hermano mayor,
que quería matarlo por haberle robado la bendición familiar del primogénito. Sin embargo, al dormirse, Jacob soñó con
una escalera que unía el cielo y la Tierra. Mientras observaba a los
ángeles que subían y bajaban, escuchó la voz de Dios que le prometía estar con
él y bendecir a toda la Tierra a través de sus hijos. Cuando Jacob despertó,
exclamó: «Ciertamente el Señor está en este lugar, y yo no lo sabía» (Génesis
28:16).
Jacob se había aislado debido a su engaño. Sin embargo,
por más reales que fueran sus fracasos y la oscuridad de la noche, estaba en la
presencia de Aquel cuyos planes siempre son mejores que los nuestros. El cielo
está más cerca de lo que pensamos, y el «Dios de Jacob» está con nosotros.
Padre, la gloria de tu presencia y tu bondad supera ampliamente
nuestra imaginación.
Dios está más cerca de lo que pensamos.
(La Biblia en
un año: 1 Reyes 14–15 — Lucas 22:21–46)
MART DE HAAN -
(DEVOCIONAL “NUESTRO PAN DIARIO")