“Dijo luego a sus discípulos: Por tanto
os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué
vestiréis. La vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido. Considerad
los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y
Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves?” Lucas 12:22-24 (Leer: Lucas 12:25-32)
Hay dos
tendencias en la naturaleza humana: la centrada en sí mismo y la centrada en el
prójimo. Si la primera ocupa el mando, estamos encaminados a una vacía
futilidad, no importa cuánto podamos acumular. Uno de los hombres más ricos de
este siglo, se levantó en una reunión y dijo: “He dado tanto tiempo y atención
a la cosa que menos me interesa, esto es, el dinero, y tan poco tiempo y
atención a las cosas que realmente me interesan, esto es, las cosas
espirituales, que me pregunto si he usado sabiamente mi vida.” Mucha gente
“pasa la primera mitad de su vida gastando la salud para acumular riqueza y la
segunda mitad gastando la riqueza para acumular salud.”
Un médico
americano, experto en la construcción de hospitales, recibió una consulta de
Montevideo, Uruguay, acerca de cuánto cobraría por planear un hospital para
ellos. El estableció un honorario de 100.000 dólares. La comisión volvió a
entrevistarlo, le contó las necesidades de su pequeña gran república, y le
preguntó si no lo haría como una contribución a la amistad gratuitamente. El
médico aceptó. Así planeó uno de los hospitales más maravillosos del mundo y
permitió ahorrar millones de dólares en la construcción. Es amado por los
uruguayos que llevan a sus visitantes, como me llevaron a mí, a ver el
monumento del hombre. El que sólo piensa en sí mismo dice: ¡100.000 dólares es
el precio! El que pensaba en los demás dijo: ¡Lo haré por amor de otros! Si el médico hubiese respondido al primer
motivo, lo habríamos olvidado; pero respondió al segundo y no podemos olvidarlo.
Hace veinte
años Rusia estaba muriendo de hambre. En el medio oeste de Estados Unidos había
un excedente de cosecha. La dieron a los rusos. Los ferrocarriles lo
transportaron gratuitamente, los elevadores lo cargaron sin cobrar y los barcos
lo transportaron gratis. Salvó a los agricultores (los precios se mantuvieron)
y salvó a los rusos. Y dejó un depósito de buena voluntad en el alma de ambos
pueblos.
Un
transportador protestó al cargar mi pesado equipaje: “Usted lleva su oro
consigo, ¿no?” ¡Bien podía haber respondido que sí! Mi “oro” estaba en mi
interior: paz, armonía, Dios! ¡El obedecer a Dios trae eso!
Un proverbio lo
expresa así: “Lo que gasté lo tenía; lo que guardé, lo perdí; me queda lo que
di.”
ORACIÓN. Oh Cristo, que dijiste: “Yo soy la luz
del mundo”, sabemos que tú eres todavía la luz del mundo, especialmente la Luz
del mundo de las cosas. Ayúdame a tomar el Camino, y caminaré en tu Luz. Amén.
AFIRMACIÓN PARA EL DÍA: "Uno da y
se vuelve más rico: otro guarda lo que debería dar y viene a ser más
pobre" (Proverbios 11:24).
E. STANLEY JONES - (DEVOCIONAL DIARIO “EL CAMINO”)


