lunes, 6 de marzo de 2017

Vacía futilidad y plenitud 6 marzo





“Dijo luego a sus discípulos: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis. La vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido. Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves?”  Lucas 12:22-24  (Leer: Lucas 12:25-32)


Hay dos tendencias en la naturaleza humana: la centrada en sí mismo y la centrada en el prójimo. Si la primera ocupa el mando, estamos encaminados a una vacía futilidad, no importa cuánto podamos acumular. Uno de los hombres más ricos de este siglo, se levantó en una reunión y dijo: “He dado tanto tiempo y atención a la cosa que menos me interesa, esto es, el dinero, y tan poco tiempo y atención a las cosas que realmente me interesan, esto es, las cosas espirituales, que me pregunto si he usado sabiamente mi vida.” Mucha gente “pasa la primera mitad de su vida gastando la salud para acumular riqueza y la segunda mitad gastando la riqueza para acumular salud.”

Un médico americano, experto en la construcción de hospitales, recibió una consulta de Montevideo, Uruguay, acerca de cuánto cobraría por planear un hospital para ellos. El estableció un honorario de 100.000 dólares. La comisión volvió a entrevistarlo, le contó las necesidades de su pequeña gran república, y le preguntó si no lo haría como una contribución a la amistad gratuitamente. El médico aceptó. Así planeó uno de los hospitales más maravillosos del mundo y permitió ahorrar millones de dólares en la construcción. Es amado por los uruguayos que llevan a sus visitantes, como me llevaron a mí, a ver el monumento del hombre. El que sólo piensa en sí mismo dice: ¡100.000 dólares es el precio! El que pensaba en los demás dijo: ¡Lo haré por amor de otros! Si el médico hubiese respondido al primer motivo, lo habríamos olvidado; pero respondió al segundo y no podemos olvidarlo.

Hace veinte años Rusia estaba muriendo de hambre. En el medio oeste de Estados Unidos había un excedente de cosecha. La dieron a los rusos. Los ferrocarriles lo transportaron gratuitamente, los elevadores lo cargaron sin cobrar y los barcos lo transportaron gratis. Salvó a los agricultores (los precios se mantuvieron) y salvó a los rusos. Y dejó un depósito de buena voluntad en el alma de ambos pueblos.

Un transportador protestó al cargar mi pesado equipaje: “Usted lleva su oro consigo, ¿no?” ¡Bien podía haber respondido que sí! Mi “oro” estaba en mi interior: paz, armonía, Dios! ¡El obedecer a Dios trae eso!

Un proverbio lo expresa así: “Lo que gasté lo tenía; lo que guardé, lo perdí; me queda lo que di.”


ORACIÓN. Oh Cristo, que dijiste: “Yo soy la luz del mundo”, sabemos que tú eres todavía la luz del mundo, especialmente la Luz del mundo de las cosas. Ayúdame a tomar el Camino, y caminaré en tu Luz. Amén.


AFIRMACIÓN PARA EL DÍA: "Uno da y se vuelve más rico: otro guarda lo que debería dar y viene a ser más pobre" (Proverbios 11:24).




E. STANLEY JONES - (DEVOCIONAL DIARIO “EL CAMINO”)










TRADUCCIÓN