“Pero viendo los judíos la muchedumbre,
se llenaron de celos, y rebatían lo que Pablo decía, contradiciendo y
blasfemando.” Hechos 13:45 (Leer: Romanos 13:13; 1ª Corintios 3:1-23)
Ahora hemos de
considerar los pasos para liberarnos de los celos:
1. Recuerda esto: Los celos te rebajan y
te vuelven incapaz de ganar el amor de la persona amada. Una persona celosa
frustra sus propios propósitos. Los celos no ganan amor, lo pierden. No es
posible amar a una persona celosa; no es posible amarla de veras, sin
restricciones. Los celos son indignos de amor, tiesos, pasibles de sospecha. Es
posible ser celoso o digno de ser amado. Pero no ambas cosas.
2. Considera los celos como egoísmo. Si eres
celoso, es porque estás centrado en ti mismo.
3. Ve hasta la raíz y rinde tu "yo" recalcitrante a Dios y los celos desaparecerán faltos de raíz. Al rendirnos a
Dios venimos a ser parte de una comunión en la que somos “miembros los unos de
los otros.” Y si somos miembros los unos de los otros, un buen dirigente será
mi órgano de habilidad directiva, un buen cantor mi órgano de canto. No tengo
por qué estar celoso, porque la otra persona es un “órgano” mío.
4. Desde que te has rendido a Dios no
tienes por qué estar vigilando a ver qué le ocurre a ésta, aquélla o la otra
persona. Tu aprobación y tu gozo vienen de Dios. Pedro dijo a Jesús: “Señor, ¿y
éste, qué?” Y la respuesta: “¿qué a ti? Sígueme tú” (Juan 21:21-22). Pedro
tenía un resto de celos hacia Juan. Pentecostés todavía no lo había quemado y
por eso miraba en dirección a Juan, en lugar de mirar en dirección a Jesús.
5. Rendido a Dios, ahora te trazas un
plan único; un plan que ningún otro podrá cumplir. Cuando los discípulos de
Juan vieron que Jesús se adelantaba a su maestro dijeron: “Rabí, el hombre… del
cual tú diste testimonio, he aquí bautiza y todos vienen a él.” Juan respondió
que él era el amigo del novio, “Este es mi gozo, y es cumplido” (Juan 3:26,29).
En otras palabras: “Yo sé cuál es mi lugar, he encontrado mi puesto y estoy
feliz en él.”
6. Di todo lo bueno que puedas de la
persona de quién te sientes tentado a estar celoso. Al hacerlo, tu actitud
cambiará del celo al amor, especialmente si oras por esa persona cada vez que
escuchas su nombre.
ORACIÓN. Oh Padre amante, ayúdame a regocijarme
en el gozo de todos tus hijos; ayúdame a sentirme triunfante con el triunfo de
todos; ayúdame a sentirme honrado cuando alguien lo es; ayúdame a amar con un
amor creador. Amén.
AFIRMACIÓN PARA EL DÍA. “Cuando Se
llenó de amargura mi alma…” (Salmos 73:21).
Pero mi corazón ya no está amargo, porque deseo lo mejor para todos.
E. STANLEY JONES - (DEVOCIONAL DIARIO “EL CAMINO”)