“Porque así dijo el Alto y Sublime, el
que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la
santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu
de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados… He visto sus
caminos; pero le sanaré, y le pastorearé, y le daré consuelo a él y a sus
enlutados” Isaías 57:15, 18
He aquí los
pasos para librarse del perfeccionamiento:
1. Graba en tu mente la idea de que hay
un verdadero peligro en esa actitud. Conozco una persona de grandes
posibilidades que es hoy un neurótico incapaz, sin voluntad para hacer la cosa
más mínima porque se siente incapaz de hacer cosas grandes.
2. Hazte el propósito de ser perfecto,
pero sólo perfecto amor, nunca en la expresión de ese amor. Cuando Jesús dice:
“Sed, pues, perfectos”, la palabra “pues”, señala a los versículos precedentes
que hablan del amor: amor a los enemigos, amor a los que no corresponden al
amor. Un niño puede amar, como un niño, perfectamente a su padre, pero la
expresión de ese amor será imperfecta. Y el padre que lo sabe, ve el amor a
través de su imperfecta expresión y se regocija en él.
3. La perfección en amor no es perfecta,
pero sigue creciendo. El pimpollo es perfecto como pimpollo, pero la flor es
perfecta como flor y el fruto perfecto como fruto. Cada etapa es perfecta pero
avanza hacia algo superior.
4. En primer lugar has de “crecer en
gracia”, no en ser agradable. Por supuesto, que serás más agradable, pero como
subproducto del crecimiento en gracia. Nunca debes tener consciencia de ser
agradable. Porque si la tienes, dejas de serlo. Puedes sin temor, tener
consciencia de recibir gracia, porque ello habla de receptividad, de recibir un
don. Esa consciencia te humillará y te elevará a la vez.
5. Entrega tu perfeccionismo en Sus
manos, ese perfeccionismo que es sólo un nuevo nombre del orgullo. Conténtate
con cometer errores y tropezar, sabiendo que siempre tropezarás marchando hacia
adelante.
6. No te goces en lo que eres, sino en lo
que estás en camino de llegar a ser por su gracia. Estás en el Camino, no en la
Meta. Eres “la hoja tierna de trigo que crece divinamente”, y la promesa de
perfección late en ti.
7. No eres perfecto, pero tienes un
Salvador perfecto. Eso satisface el anhelo de perfección. Puedes ser
perfeccionista, pero no en ti mismo; puedes ser perfeccionista en El. El
perfeccionismo es así purificado y perfeccionado.
ORACIÓN. Oh Cristo, veo, veo. Contemplo y
crezco, contemplo tu hermosura y crezco en tu semejanza. Tu perfección no me
paraliza; despierta, inspira, me invita a proseguir. Y sin embargo yo no
persigo tu perfección. Yo recibo, absorbo, asimilo y así crezco inconscientemente.
¿Soy agradecido? Hasta lo más profundo. Amén.
AFIRMACIÓN PARA EL DÍA. No siempre
puedo confiar en mi dirección, pero siempre puedo confiar en mi Guía.
E. STANLEY JONES - (DEVOCIONAL DIARIO “EL CAMINO”)


