domingo, 5 de marzo de 2017

Algunas ilustraciones de derrota y victoria 4 marzo





“Le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. Mas él le dijo: Hombre, ¿quién me ha puesto sobre vosotros como juez o partidor? Y les dijo: Mirad, y guar-daos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.” Lucas 12:13-15 (Leer: Lucas 12:16-21)


Este asunto de nuestra relación con las riquezas materiales es tan importante que debemos continuar meditando sobre él.

Un hombre rico, con una veta de mezquindad, dejó una enorme suma para el levantamiento de un monumento a sí mismo. El cuerpo del monumento fue herido tres o cuatro veces por un rayo. Ahora una columna quebrada es todo lo que queda del monumento. Se puede discutir si Dios derrumbó con el rayo aquel monumento, pero si Dios no lo hubiera hecho, lo habría hecho el hombre. Porque cada vez que alguien que conoció al hombre miraba el monumento, con gusto lo habría derribado.

Dos personas vinieron a la sección del país donde yo estoy escribiendo. Uno, un médico enfermo de tuberculosis. Pero era tan urgente la necesidad de médicos, que fue llevado al lado de los lechos de los enfermos a atenderlos. Tanto se interesó por la gente de los Adirondacks que siguió viviendo… ¡y cómo! Fue creado un gran sanatorio para tuberculosos y la Fundación Trudeau. El nombre de aquel doctor es una bendición. Otro hombre llegó a la región y se enriqueció hasta más no poder. Para añadir a su estatua un codo dejó dinero para un colegio que habría de llevar su nombre. Jamás se construyó el colegio; los abogados todavía están riñendo acerca del legado. Su nombre dejó un olor desagradable.

Pude sentarme junto al lecho de un alma hermosa, A. A. Hyde, de Wichita. Hace años dio a un proyecto público una suscripción que, por reveses de fortuna, no podía pagar. Podía haber elegido una manera fácil de escapar del compromiso. Pero no lo hizo. Pagó su promesa y “quebró” al hacerlo. Obligado a buscar una manera de mantener a su familia, acertó con la fórmula de un ungüento curativo. Hizo un pacto con Dios y consigo mismo: dar un alto porcentaje, determinado de antemano, de sus futuros ingresos a la extensión del cristianismo a través de las misiones al extranjero. Hoy ese ungüento tiene mayor venta en el extranjero que cualquier otro ungüento americano. Los misioneros lo utilizaron y lo introdujeron en el extranjero. Se difundió. Estaba respaldado por una gran consagración. Hyde y su dinero viven, son inmortales.


ORACIÓN. Oh Cristo, sé que tú puedes tocarme a mí y a mis ganancias y cambiarlas de muerte a vida. Te ofrezco todo lo que soy y todo lo que tengo. Úsame a mí y a lo que tengo para enriquecer a un mundo empobrecido. Tú me posees. Ayúdame a vivir bajo tu dirección y a ser un mayordomo de todo lo que tú me confías. Porque quiero vivir, y vivir plenamente. Amén.


AFIRMACIÓN PARA EL DÍA: "No habrá pobre entre vosotros… si escuchares fielmente la voz del Eterno, tu Dios" (Deuteronomio 15:4).




E. STANLEY JONES - (DEVOCIONAL DIARIO “EL CAMINO”)










TRADUCCIÓN