“Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis
otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios. No seáis tropiezo ni a judíos,
ni a gentiles, ni a la iglesia de Dios” 1ª Corintios 10:31-32 (Leer 1ª Corintios 8:12)
Vimos ayer que
el uso de narcóticos es el refugio de los débiles. Es una señal de frustración
y de sentimientos de inferioridad. Dice el Dr. Stracher: “Se utiliza al alcohol
como un método de fuga de las cargas y responsabilidad de la vida emocional
madura y de sus decisiones. Provee una aparente satisfacción engendrada por el
deseo.” Hace creer momentáneamente al hombre que es fuerte y valiente, aun
cuando en realidad sigue siendo la misma persona frustrada que bebió el alcohol
para escapar de la realidad. Se relata el cuento de una rata que halló un casco
de vino goteando en la bodega. Bebió un trago y comenzó a tomar consciencia de
sus fuerzas. Bebió dos tragos y sentándose en las patas traseras, encaró el
mundo diciendo: “¡Ahora, que venga el gato!”. Hombres-ratas, bajo la influencia
del alcohol, se sienten capaces de enfrentar los gatos de la existencia humana.
Resume el Dr.
Wall: “El alcohol ofrece una fuga al estado biena-venturado de la omnipotencia
infantil.” Un domingo por la mañana, en el vestíbulo de un hotel, un individuo
con aspecto de facineroso, bajo las consecuencias de una noche de alcohol, se
me acercó y me espetó sin preliminar alguno: “Yo también soy un tipo
importante”. Su sentimiento de inferioridad lo llevaba a afirmarse a sí mismo
como “un tipo de importancia”. Era “un estado bienaventurado de omnipotencia
infantil”.
Alcancé a
escuchar esta observación: “Ocurrió una de esas cosas raras, sabe, una de esas
cosas que ocurren cuando una patota tiene cuatro o cinco copetines cada uno en
el cuerpo.” Luego continuó un desagradable recitado de brutalidades.
Desalojadas las inhibiciones, arrancadas las barreras, la lujuria corre sin
freno. Es un hecho que el alcohol adormece las células cerebrales que presiden
las facultades morales y despierta las que presiden los instintos más bajos. Y
así se prepara la escena a “esas cosas raras” que ocurren luego de unos pocos
copetines. ¿Cosas raras, divertidas? Fiorello La Guardia dijo: “No olvidéis que
el 80% de los casos que comparecen ante los tribunales son alcohólicos.” ¿Y qué
de aquellos que no aparecen en los tribunales? ¿Qué de la reacción en
retardados, en decreciente eficiencia, en capacidades malgastadas? “Pero yo no
me embriago” es la respuesta. No, pero si se necesitan diez copas para
embriagarte, entonces cuando tomas una estás un décimo embriagado.
ORACIÓN. Oh Cristo viviente, dame poder para
sustraerme a la espiral descendente que lleva a una creciente debilidad. Dame
gracia para que no me encadene ningún hábito auto-impuesto. Ayúdame a tener un
completo dominio de mi mismo. Amén.
AFIRMACIÓN PARA EL DÍA: "¿Todas
las cosas me son lícitas?... Sí, pero no he de permitir que nada me
domine." (1ª Corintios 6:12).
E. STANLEY JONES - (DEVOCIONAL DIARIO “EL CAMINO”)