“… Jesús le
dijo: Ni yo te condeno…” Juan 8:11 (Leer: Mateo 5:43-48; Juan 8:9-11)
La enseñanza de Jesús sobre los ideales absolutos y la
gracia total parece contradictoria.
Jesús nunca rebajó el ideal de la perfección. Al joven
rico, le dijo: «Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en
los cielos es perfecto» (Mateo 5:48). Y a un experto en la ley, que le preguntó
sobre el mandamiento más importante, le explicó: «Amarás al Señor tu Dios con
todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente» (22:37). Nadie ha
cumplido perfectamente estos manda-mientos.
Sin embargo, el mismo Jesús ofrece tiernamente gracia
total. Perdonó a una adúltera, a un ladrón en la cruz, a un discípulo que negó
conocerlo y a un hombre llamado Saulo que perseguía a los cristianos. La gracia
es absoluta y para todos, y alcanza incluso a aquellos que clavaron a Jesús en
la cruz. «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» rogó el Señor
mientras agonizaba (Lucas 23:34).
Durante años,
me sentía tan indigno al considerar los ideales absolutos de Jesús, que no
captaba la idea de la gracia.
Sin embargo, cuando entendí este mensaje dual, descubrí que el concepto de la
gracia emana a través de la vida y las enseñanzas de Cristo.
La gracia es para todos los que no pueden seguir adelante
por sí solos. La gracia es para todos.
Señor, tu gracia me asombra. Quiero hoy disfrutarla.
Jesús cumplió los requisitos perfectos de la ley para que
podamos disfrutar de la paz perfecta de su gracia.
(La Biblia en
un año: Marcos 4:1-20)
PHILIP YANCEY -
(DEVOCIONAL “NUESTRO PAN DIARIO")