“El que dice que está en la luz, y aborrece a su
hermano, está todavía en tinieblas. El que ama a su hermano, permanece en la
luz, y en él no hay tropiezo. Pero el que aborrece a su hermano está en
tinieblas, y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le
han cegado los ojos.” 1ª Juan 2:9-11
Otra ruta sin
salida: el camino del resentimiento y del odio.
Se nos enseña a
odiar en gran escala. Un general americano dijo hablando a un nutrido
auditorio: “Al terminar esta guerra hemos de odiar, odiar, odiar.” Un vigoroso
aplauso saludó esta afirmación. Suponed que hagamos realmente eso, ¿qué
ocurrirá? Nos destruiremos totalmente, porque la vida no ha sido hecha para el
odio. He aquí un ejemplo de lo que ocurre cuando uno vive alimentando odios: Un
asistente de Goebbels dijo a un corresponsal americano: “Mi trabajo me hace
mal. Los textos que enviamos son tan depresivos que el personal de la oficina
está siempre en tensión; las crisis nerviosas son frecuentes y ha habido casos
de locura. Criaturas monstruosas acechan constantemente nuestras almas y son,
estoy seguro, nuestras propias fantásticas creaciones.”
Es cierto que
hay una ira legítima que puede servir los propósitos de la vida. Dice Pablo: “Airaos
pero no pequéis” (Efesios 4:26). Para que así sea, sólo debe provocaros la ira
el pecado. Se dice que Jesús “miró alrededor con enojo, condoliéndose de la
ceguedad de su corazón” (Marcos 3:5). Aquí la ira era dolor, el sentimiento de
pena por la actitud que los dirigentes religiosos tomaban hacia un desgraciado.
Si tu ira es de dolor por lo que ocurre a los demás, es buena y cristiana. Si es resentimiento personal por lo que te
está ocurriendo a ti, es falsa y anticristiana.
Dice Carlos
Baudelaire: “El odio es un licor precioso; un veneno más preciado que todos los
de los Borgia, porque está hecho de nuestra sangre, nuestra salud, nuestro
sueño y dos tercios de nuestro amor.” El odio consume al consumidor. Elsa
Robinson dice con mucha razón: “Pero aun si nuestra ira parece justificada y
nuestros planes se cumplen mejor que nuestras más negras esperanzas, nunca
saldremos con bien. Porque la vida no funciona en ese sentido. En lugar de
hallar la paz, estima propia fortalecida y curación para nuestra herida, cada
intento de venganza nos deja frustrados, engañados. En lugar de castigar a
nuestros enemigos habremos simplemente jugado un juego degradante y nos
habremos hundido a mayor profundidad.” El odio es un camino sin salida.
ORACIÓN. Oh Cristo, vemos que tu camino de amor
es nuestro camino, el camino para el cual hemos sido hechos en la más íntima
estructura de nuestro ser. Porque el amor nos edifica y el odio nos destruye.
Ayúdanos a amar, aun a aquello que no parece digno de amor y al hacerlo así
vendremos a ser nosotros mismos dignos de ser amados. Amén.
AFIRMACIÓN PARA EL DÍA: "Que todo
lo que hagáis sea hecho en amor" (1ª Corintios 16:14).
E. STANLEY JONES - (DEVOCIONAL DIARIO “EL CAMINO”)