EL REY ASA: UN HOMBRE DILIGENTE QUE ESCOGIÓ
APOYARSE EN DIOS
Por Felipe Nunn
En el año de 1792, Guillermo Carey publicó un folleto de 87 páginas
mostrando que los cristianos tenemos el deber de trabajar en busca de la
conversión de almas perdidas. Hasta ese entonces, los creyentes Protestantes en
Europa habían invertido los últimos 250 años en debates doctrinales y
consolidando los beneficios políticos adquiridos al separarse de la Iglesia Católica
Romana. Fue Guillermo Carey el primero
que se prestó a motivar al pueblo cristiano Protestante a organizarse para evangelizar
al resto del mundo. “Jovencito”, le dijo en cierta ocasión uno de sus muchos
críticos, “cuando Dios quiera convertir a los paganos, Él lo hará sin la ayuda suya
o la mía”. Casi toda comunidad cristiana ha vivido esta tensión. Están los hombres
y mujeres activos que salen a “hacer la obra del Señor” y también están aquellos
creyentes devotos que oran y esperan que “el Señor haga Su obra”. La vida del
rey Asa nos muestra la necesidad de ambos: tanto de diligencia como de dependencia.
Asa era bastante joven cuando reemplazó a su padre como rey de Judá.
Durante sus 41 años de reinado (910 – 870 A .C.) Asa vivió comprometido con Dios y
llevó a cabo algunas reformas muy importantes. Lo que conocemos de la vida de
este rey está registrado en el segundo libro de Crónicas, capítulos 14, 15 y
16.
1. BUSCÓ AGRADAR A DIOS DESDE EL
COMIENZO (2 Cr 14:1-8)
¿Cuántos años permanece un rey en el poder? ¿Cuánto tiempo tendía Asa
para reformar a Judá? El futuro siempre es incierto. El tiempo para actuar,
para obedecer, para reformar, es el presente: ¡Hoy! Tan pronto como Asa fue
coronado rey, “quitó los altares del culto extraño, y los lugares altos; quebró
las imágenes, y destruyó los símbolos de Asera” (14:3). ¿Hay algo en su vida
que debe cambiar? ¿Hay decadencia espiritual en su familia o en su iglesia
local? El avivamiento comienza con una convicción de pecado. Esta convicción
nos lleva a una verdadera confesión y luego a cambios radicales y concretos. ¿Qué quiere el Señor que se “quite”, se “quiebre”
o se “destruya” en su vida? Como lo hizo Asa, es mejor buscar agradar a Dios
desde el comienzo. Si no actuamos en base a una convicción, es posible que nos
acostumbremos al desorden. ¿Está usted comenzando una nueva etapa? ¿Encontró un
nuevo empleo? ¿Se mudó a una nueva casa? ¿Se casó hace poco? ¿Ingresó a una
nueva escuela? No espere. Tome pasos concretos para agradar a Dios desde el
comienzo, desde ahora.
El avivamiento involucra mucho más que desechar o destruir lo malo. El
rey Asa también fue diligente en animar al pueblo en tres áreas importantes:
(1) Relación: “Mandó a Judá que buscase a Jehová”
(14:4) – Él sabía que sin una relación genuina con el Señor, el único resultado
sería una religiosidad mecánica y sin vida.
(2) Obediencia: Asa dio instrucciones para poner
“por obra la ley” y los mandamientos de Dios (14:4) – La restauración comienza
en el corazón pero normalmente requiere acciones concretas.
(3) Visión: Asa también animó a que se edificaran
las “ciudades” y que las cercaran con “torres, puertas y barras, ya que la tierra
es nuestra” (14:7,8) – Les enseñó a apreciar, proteger y edificar la herencia
que Dios les había dado.
¿Qué le ha dado Dios a usted? ¿Unos niños difíciles?
¿Un cónyuge egoísta? ¿Un trabajo que aburre? ¿Un cuerpo con enfermedades? ¿Una iglesia
local débil y pequeña? Algún día disfrutaremos de la perfección: cuando estemos
en el cielo. Mientras tanto, mientras estemos aquí en la tierra, Dios nos llama
a apreciar, a proteger y a edificar lo que Él nos ha dado: “La tierra es
nuestra”.
2. EN CRISIS, ESCOGIÓ APOYARSE EN SU
DIOS (2 Cr 14:9-15)
Asa fortaleció su ejército con el fin de defender el reino del sur.
“Tuvo también Asa un ejército que traía escudos y lanzas; de Judá trescientos
mil, y de Benjamín doscientos ochenta mil que traían escudos y entesaban arcos,
todos hombres diestros” (14:8). Una amenaza peligrosa se acercaba desde el
norte del África: “Salió contra ellos Zera etíope con un ejército de un millón
de hombres y trescientos carros” (14:9). ¡Una gran desigualdad numérica! Por muy bien preparados que estemos,
encontraremos en nuestro camino sorpresas desagradables y dificultades abrumadoras.
Para algunos, esta sorpresa puede ser un diagnóstico de cáncer, un divorcio o
la muerte inesperada de un ser querido. Para otros, puede ser el reprobar un
examen importante, una respuesta negativa a su solicitud para una visa, la pérdida
de un empleo, la bancarrota de su negocio o una división en su iglesia local.
Contra al rey Asa venían un millón de enemigos. ¿Puede usted imaginar
como se debe haber sentido frente a esta crisis? ¿Qué alternativas tenía el rey
Asa? Podía huir. Podía tratar de aliarse con el mismo Zera o con otro rey.
Podía lanzarse al ataque con una actitud suicida. Pero Asa decidió orar: “¡Oh
Jehová, para ti no hay diferencia alguna en dar ayuda al poderoso o al que no
tiene fuerzas! Ayúdanos, oh Jehová Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y
en tu nombre venimos contra este ejército. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios; no
prevalezca contra ti el hombre” (14:11). Asa prefirió descansar, reposar,
apoyarse, confiar en Dios.
Nosotros tenemos también esta opción. De hecho, cuando nos sentimos diminutos, débiles, solitarios e indefensos frente a un futuro incierto, nos encontramos en condiciones ideales para apoyarnos en nuestro Dios. Esto fue lo que le dijo el Señor Jesucristo al apóstol Pablo: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad”. Pablo recobró fuerzas al escoger apoyarse en el Señor: “Por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2ª Corintios 12:9,10).
Nosotros tenemos también esta opción. De hecho, cuando nos sentimos diminutos, débiles, solitarios e indefensos frente a un futuro incierto, nos encontramos en condiciones ideales para apoyarnos en nuestro Dios. Esto fue lo que le dijo el Señor Jesucristo al apóstol Pablo: “Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad”. Pablo recobró fuerzas al escoger apoyarse en el Señor: “Por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias. Porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2ª Corintios 12:9,10).
Pero apoyarse en el Señor no implica
inactividad.
Después de expresar su debilidad y su dependencia del Señor, Asa y sus
valientes guerreros tenían que enfrentar al enemigo en combate. Cuando salieron
a pelear “Jehová deshizo a los etíopes delante de Asa y delante de Judá; y
huyeron” (14:12). Si en este momento usted se encuentra enfrentando tiempos
duros de incertidumbre, como Asa apóyese en el Señor. Luego, con calma, con la paz y la fortaleza que el Señor da, enfrente
el futuro con valor. Cuando nos apoyamos en el Señor, permitimos que Él
obre. Esta dependencia y diligencia son características esenciales de todos los
“colaboradores de Dios” (1ª Corintios 3:9).
3. ESCUCHÓ LA VOZ DE DIOS POR MEDIO DE
OTROS (2 CRÓNICAS 15:1-8)
El siguiente evento importante en la vida de Asa es su encuentro con
Azarías. Por diferencias en las traducciones no se puede establecer con
claridad si Obed era el profeta y su hijo Azarías era un mensajero, o si
Azarías era el profeta; tal vez, incluso, puede ser que ambos eran profetas
(15:1,8). El hecho importante es que en ese momento Asa se sentía cansado y
algo desanimado. El Señor lo notó y envió a Azarías con un mensaje para
alentarlo. El profeta le asegura al rey dos cosas:
(1) Su presencia: “Jehová estará con vosotros, si
vosotros estuviereis con él” (15:2); y
(2) Su recompensa: el trabajo duro de Asa y su
obediencia no habían pasado desapercibidos por Dios: “Pero esforzaos vosotros,
y no desfallezcan vuestras manos, pues hay recompensa para vuestra obra”
(15:7).
Es posible que la mayoría de nosotros pasemos o hayamos pasado por
momentos de agotamiento y desánimo. El apóstol Pablo notó este desaliento entre
algunos creyentes en Corinto y les escribe: “Así que, hermanos míos amados,
estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que
vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1
Corintios 15:58). Nosotros también necesitamos conocer, meditar, creer y
apropiarnos de estas promesas. “Cuando Asa oyó las palabras y la profecía del
profeta Azarías... cobró ánimo” (15:8).
Pero, ¿por qué el Espíritu de Dios no vino directamente sobre el rey
Asa? (15:1). ¿Por qué escoge Dios hablarnos por medio de otros? A veces el
Señor habla directamente a nuestros corazones. Cuando Elías estaba confundido y
desanimado, el Señor trató personalmente con él. Pero muy frecuentemente, el Señor escoge hablarnos a través de otras
personas. En esta ocasión Dios escogió a Azarías como vehículo para
enviarle un mensaje al rey Asa. Asa pudo haberle rechazado. Tal vez pudo haber
considerado que Azarías era muy joven o inexperto para aconsejar a un rey,
además no tenía las mismas credenciales que los grandes profetas, como Elías y
Eliseo. Asa pudo haber menospreciado al profeta por no formar parte de sus “hombres
diestros”. Si no tenemos cuidado, podemos llegar a menospreciar la palabra de
Dios para nosotros por rechazar al instrumento que Dios escoge utilizar. No
olvidemos que es Dios mismo el que decide quién será su mensajero.
Estimado lector, tal vez Dios quiera animarle, corregirle o desafiarle
por medio de esa hermana ancianita en su asamblea, ese predicador inexperto,
ese cantante que no le gusta, incluso por medio de ese cristiano con el que
usted tiene desacuerdos doctrinales. Dios escogió usar a Azarías para animar al
rey Asa y al mismo tiempo para enseñarle la importancia de escuchar a otros. Si el Señor exigiera vida y doctrina perfecta
antes de usarnos como sus mensajeros, ¡no podría usar a ninguno de nosotros!
Es por gracia que Dios decide hablarnos. Es por gracia que Dios escoge algún
mensajero. Debemos usar de esa misma gracia si queremos escuchar la voz del
Señor a través de otros.
4. SU BUEN EJEMPLO MOTIVÓ OBEDIENCIA
EN OTROS (2 CRÓNICAS 15:9-19)
Después que el rey Asa recobró sus ánimos, siguió adelante con sus
buenas reformas. Notamos que hizo dos cosas:
(1) Limpieza: “Quitó los ídolos abominables de
toda la tierra de Judá y Benjamín, y de todas las ciudades que él había tomado en
la parte montañosa de Efraín” (15:8) – Asa removió todo lo que ofendía al Señor
aún dentro de su propia familia (15:16), y
(2) Adoración: “Reparó el altar de Jehová que
estaba delante del pórtico de Jehová” (15:8) – Asa preparó la infraestructura
de tal modo que el pueblo de Dios pudiera adorar a Jehová y ofrecerle
sacrificios. En vista de estos cambios, hombres y mujeres temerosos de Dios
empezaron a trasladarse de las otras tribus al reino de Judá: “Porque muchos de
Israel se habían pasado a él, viendo que Jehová su Dios estaba con él” (15:9).
¿Cómo es su vida Cristiana? ¿Es atractiva? ¿Se puede sentir de algún modo la
presencia de Dios en su hogar y en sus reuniones cristianas? La verdadera piedad, la santidad genuina, imparte
vida y atrae. Es instructivo reflexionar por un momento en el por qué Jesús
atraía a los publicanos, las rameras y los pecadores. ¿Por qué buscaban Su compañía?
¿Será que estas personas se sentirían igualmente atraídos y bienvenidos en el
lugar donde usted se congrega?
¿Cómo respondió el pueblo de Judá a las iniciativas del rey Asa?
(1) Adoraron: “Se reunieron, pues, en Jerusalén,
en el mes tercero del año decimoquinto del reinado de Asa. Y en aquel mismo día
sacrificaron para Jehová, del botín que habían traído, setecientos bueyes y
siete mil ovejas” (15:10,11). Ahora que el altar del Señor había sido reparado,
se nota un gozo renovado y una generosidad espontánea al traer ofrendas al
Señor. Un deseo de adorar es evidencia de un despertar espiritual.
(2) Renovaron sus votos de
compromiso:
“Prometieron solemnemente que buscarían a Jehová, el Dios de sus padres, de
todo su corazón y de toda su alma... Todos los de Judá se alegraron con este
juramento; porque de todo su corazón lo juraban, y de toda su voluntad lo
buscaban, y fue hallado de ellos” (15:12-15). La devoción de Asa por el Señor
motivó a otros a una experiencia espiritual más profunda.
Las palabras y acciones del rey Asa inspiraron y transformaron a toda
una nación. Usted y yo tal vez no
movamos a toda una nación, pero sí tenemos nuestra propia esfera de influencia.
¿Su devoción al Señor inspira a aquellos que le rodean? Su grado de interés y
preparación para su grupo semanal de estudio bíblico, su participación en las
reuniones de oración y adoración, el nivel de entusiasmo cuando le canta al
Señor, su interés y su preocupación por los hermanos en su congregación, su
colaboración con aquellos que tienen necesidades... las actitudes y las
acciones suyas y mías influencian para bien o para mal a los demás. “Sé ejemplo
de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza... Ocúpate
en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto
a todos” (1 Timoteo 4:12-15).
5. EN CRISIS, ESCOGIÓ APOYARSE EN SU
PROPIA INTELIGENCIA Y EXPERIENCIA (2 CRÓNICAS 16)
Después de que Israel se dividió en dos, hubo rivalidad constante y
agresiones frecuentes entre Israel (las 10 tribus del norte) y Judá (las 2
tribus del sur). “En el año treinta y seis del reinado de Asa, subió Baasa rey
de Israel contra Judá, y fortificó a Ramá, para no dejar salir ni entrar a
ninguno al rey Asa, rey de Judá” (16:1). Es un poco difícil definir
precisamente la fecha de esta ofensiva militar, puesto que sabemos que el rey
Baasa murió en el año veintiséis del reinado de Asa (1 Reyes 15:33). Los
comentarios Bíblicos técnicos presentan posibles explicaciones en cuanto a la
fecha, pero el propósito principal de registrar esta guerra en las Sagradas
Escrituras es para mostrar un contraste entre la manera en que Asa peleó esta
guerra y su primera guerra. La ventaja de la experiencia es que nos permite estar
más calmados, pero la desventaja de la experiencia es que nos puede robar de esa
necesidad de depender del Señor. En este capítulo, el rey Asa escogió apoyarse en
su propia experiencia y pericia.
(a) Asa vio amenazada su libertad. El rey Baasa movió su ejercito
hacia el sur y comenzó a fortificar la ciudad de Ramá, a unos 6 kilómetros al norte
de Jerusalén “para no dejar salir ni entrar a ninguno al rey Asa” (16:1). Esto
representaba una seria amenaza a la libertad de Asa. En su primera guerra,
cuando Asa era inexperto, oró al Señor pidiéndole ayuda. Pero en esta ocasión,
Asa envió mensajeros a un rey extranjero en Damasco, diciendo: “Haya alianza
entre tú y yo... he aquí yo te he enviado plata y oro, para que vengas y
deshagas la alianza que tienes con Baasa rey de Israel, a fin de que se retire
de mí” (16:3). Esta fue una estrategia
inteligente, y ¡le funcionó! Israel recibió un ataque desde Damasco y el
rey Baasa se vio forzado a retirarse de Ramá. “Entonces el rey Asa tomó a todo
hombre de Judá, y se llevaron de Ramá la piedra y la madera con que Baasa
edificaba, y con ellas edificó a Geba y a Mizpa” (16:6). De esta manera, Asa
recuperó parte de su inversión inicial y se quitó de encima la amenaza del rey
de Israel.
¿Dios cómo percibió la estrategia del rey Asa? Envió a un profeta
llamado Hanani para hacerle notar al rey Asa la diferencia entre las dos
guerras. En la primer guerra, cuando Asa se vio atacado desde el norte del
África, “te apoyaste en Jehová, [y] él los entregó en tus manos” (16:8). Pero,
en esta guerra, Asa se apoyó en la astucia, en la plata, en el oro, y en
alianzas malsanas. ¿Cómo responde usted
cuando otros amenazan sus derechos o su libertad? Cuando usted se involucra
en algún servicio o ministerio Cristiano, ¿siente que depende del Señor? “No te
apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos... No seas sabio
en tu propia opinión” (Proverbios 3:5-7). La experiencia es buena, pero no
olvide que la experiencia tiene su peligro.
(b) Asa vio amenazada su
reputación. Al
pasar la crisis, Asa debió sentirse bastante satisfecho consigo mismo. Su
maniobra política trajo paz y prosperidad al pueblo de Judá. Es posible que
muchos le hubieran dicho al rey Asa lo felices que se sentían de tener un rey
tan inteligente. Su gestión había sido todo un éxito. Pero el profeta Hanani le
presentó otra perspectiva, la perspectiva de Dios: “Locamente has hecho en
esto; porque de aquí en adelante habrá más guerra contra ti” (16:9). A los líderes y políticos no
les gusta ser acusados de locura, especialmente cuando gozan de buen apoyo popular.
Pero el punto de vista de Hanani era muy razonable: ¿Por qué fue que Asa
escogió apoyarse en el hombre y no en Dios? Dios es bueno. A Dios le gusta
bendecirnos. “Porque los ojos de Jehová contemplan toda la tierra, para mostrar
su poder a favor de los que tienen corazón perfecto para con él” (16:9). Definitivamente, Asa se había equivocado. Pero Asa sintió que su
reputación se encontraba en juego y no pudo admitir su error. En vez de
humillarse, “se enojó... contra el vidente y lo echó en la cárcel, porque se
encolerizó” (16:10). ¿Cómo reacciona usted cuando ve amenazada su reputación?
¿Invita sugerencias? ¿Escucha con cuidado y se beneficia de las críticas que le
hacen? Recuerde que incluso uno de esos comentarios dolorosos puede contener un
mensaje del Señor para usted.
(c) Asa vio amenazada su salud. “En el año treinta y nueve de su
reinado, Asa enfermó gravemente de los pies, y en su enfermedad no buscó a
Jehová, sino a los médicos” (16:12). Aquí vemos a un rey llegando al final de
sus días. La vejez trae sus debilidades y frustrantes limitaciones. Con una
enfermedad severa de los pies, Asa perdió su comodidad, movilidad y capacidad
de pelear. ¿Qué hace usted cuando se
entera de que algo lo está limitando? El versículo citado no debe entenderse
como un ataque contra el uso de servicios médicos. Jesús aprobó el papel que
juegan los médicos cuando dijo: “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino
los enfermos” (Mateo 9:12). ¿Cuál
fue el error del rey Asa? Cuando vio amenazada su salud, no buscó primero al
Señor sino que confió exclusivamente de los médicos. Tener fe no elimina la
necesidad de hacer planes, de trabajar, de luchar y de buscar atención médica.
Tener fe en Dios es confiar y apoyarnos en Dios. Debemos ser diligentes –pero una diligencia que confía, depende y
se apoya en nuestro buen Señor y Salvador–.
CONCLUSIÓN. Es evidente que el rey Asa tenía sus
debilidades y cometió sus errores. Sin embargo,
leemos que el veredicto del Señor fue: “el corazón de Asa fue perfecto en todos sus días” (15:17). A usted y a
mí también nos llegarán esos tristes momentos en que fracasamos, tal vez hemos abandonado algún servicio sin
terminarlo, tal vez no vivimos
siempre a la altura de nuestro llamado... pero ¿cómo está nuestro corazón? ¿Deseamos apoyarnos en el Señor?
Afortunadamente servimos a un Dios de
gracia, que “no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre,
habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún. Pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud
hasta el fin” (Hebreos 6:10,11). El
Señor aún bendice diligencia y dependencia. Sigamos adelante, sintiendo nuestra debilidad y conscientemente
dependiendo de Él.
Lo que Dios prometió hace unos 3000 años, aún sigue vigente: “Pero esforzaos vosotros, y no desfallezcan
vuestras manos, pues hay recompensa para vuestra obra” (2 Crónicas 15:7).
A menos que se indique lo contrario, las citas bíblicas son tomadas de la Versión Reina Valera
1960 de las Sagradas Escrituras